Los Fusiles comienzan su primer disco largo, ¿Quién le escribe al coronel?, contradiciendo la realidad de la música sevillana. Las primeras palabras que se les escucha cantar son “no salen artistas como los de antes”, cuando ellos mismos son un clarísimo ejemplo de que últimamente está ocurriendo todo lo contrario. Al menos, ya que no conocemos la realidad del resto de la geografía española, así es en Sevilla, la ciudad donde nació y se mueve este grupo.
Artistas como los de antes son Los Fusiles, en los que reconocemos a Tequila en Mecánica aplicada, a The Jam en La llamada, a The La’s en El parque… doce canciones componen este disco, en el que la banda rinde culto a su mitología, de una amplia diversidad dentro del pop más clásico, al que le aportan una estupenda capa de brillantez. No son estrictamente mods ni abiertamente rockers, pero tienen la magia y la riqueza melódica de todas las bandas que enseguida te vienen a la mente cuando usamos esas palabras para referirnos a la música. No pueden considerarse, pues, una banda de género, sino unos estudiosos de pop mayúsculo que supera con creces el examen de la atemporalidad.
Tras comenzar con Bala errante, nos encontramos con Sadie, un rock’n’roll, la pieza de más clara fijación revisionista de toda la docena, pero que aquí es totalmente coherente: el miedo a repetir fórmulas, algo que en el mundo del pop, donde las evoluciones son rapidísimas, está mal visto, es un sentimiento ajeno a Los Fusiles, que enriquecen esas fórmulas que tan manidas resultan cuando están en las manos y las voces de otros intérpretes de los que te vamos a ahorrar los nombres. Solo esta noche es otro guiño envuelto de iconografía pop, que transmite a la perfección la vitalidad y la energía de las canciones con las que comenzamos a bailar hace cuatro décadas. Solidez instrumental en la canción que da título al disco, en contraste con el sonido austero de Mañana será igual, una balada que se va endulzando con la guitarra hasta que la hace sangrar el disparo certero del saxo de Miguel Guinea, uno de los músicos invitados, junto a Jesús Chávez, que toca el órgano y el piano en cuatro de las canciones, y Abbi Fernández, que une su portentosa voz, aunque suene en muy segundo plano, a la de Pablo Cuevas en Sistema solar, la canción con la que se cierra esta magnífica obra. Galones y esplendor es un rock setentero sólido y convincente. Y claro, siendo un disco hecho en Sevilla por sevillanos versátiles imbuidos de los sonidos más clásicos, no podía faltar un blues, y eso es A cambiar de aires, rotundo y brillante.
¿Quién escribe al coronel? es un disco homogéneo y no un simple cóctel de estilos, sino que más bien sigue una línea cegadora similar a las de las bandas producidas por Shel Talmy. Es un reflejo de lo que es el grupo, hecho para que suene como los discos que sus cuatro componentes, Pablo, Quique, Juanlu y el otro Pablo, escuchan en su propia casa. Los Fusiles traspasan con este disco las barreras del tiempo y absorben, en plena era del trap, toda la cultura de los años 60 y 70: desde la nouvelle vague al pop art, pasando por la atractiva frivolidad del swinging London y el power pop más incendiario. Sí, los chicos están bien.