Los Jaguares de la Bahía + Pecesbarba. Sala FunClub. 29 de marzo de 2019
El viernes tuvimos sesión doble en el FunClub. Y la cosa empezó fuerte, aunque no tanto como recordábamos a Los Jaguares de la Bahía de unos meses antes en el Monkey Week. Pero eso a Paco Loco le da igual; con su humor distópico y sus potentes canciones llenas de gritos y de estribillos que todos pueden corear, él sabe que igual pueden tocar en un escenario enorme delante de toda la Alameda que en otro mucho más pequeño, como el del FunClub, delante de unas pocas decenas de personas que estaban allí para ver después a los Pecesbarba, y obtener la misma respuesta del público, que se entrega tanto a su música como a sus locuras. El atractivo de Los Jaguares proviene de la comprensión de que todos estamos juntos en esto y, burlándonos de la conveniencia, la grandilocuencia y las nuevas músicas modernas, nos integramos en un concierto suyo perfectamente, y si puede ser trasegando una cerveza tras otra, mucho mejor. Algunos, que no le conocían todavía, puede que se quedasen confundidos, pero es poco probable que alguien saliese decepcionado.
Con sus tres guitarras y un surtido de teclados Los Jaguares comenzaron pareciéndose más a los Half Japanese que a los Devo, incluso melodiosos, repasando las Canciones para el discman caso de Little Pearl, Lion burn, Ply… entremetiendo entre ellas algunas nuevas que decía Paco que formarán parte del nuevo disco… o proyecto… o lo que sea… con un nombre que es un juego de palabras entre clásico rock o clasicorro, que al fin y al cabo es lo que son tanto él como los tres que le acompañan, aunque se aceleren y pretendan bailar unas coreografías en las que ninguno de ellos es capaz de dar los saltitos a la vez. A partir de Radio stress, Paco Loco ya se vino arriba, al igual que los calzoncillos de cuello vuelto que suele llevar, y que a base de tirones se subió casi hasta los pezones, y el esprint final fue una maravilla de música tecno hecha por gente que no tiene ni puta idea del tecno, que nos arrastró a base de actitud, juerga y dominio musical y escénico hasta un final con Cocksong rescue que nos dejó con muchas ganas de más.
Y después los Pecesbarba nos presentaron el disco que acaban de sacar, aunque solamente de forma virtual, sin soporte físico, hace poco más de una semana, que se llama La Nueva Era y que comenzaron a desgranar con Joe Claudio y la canción que da título a la obra. Canciones de rock realmente bien escritas que giran en torno a una de las mejores y más reconocibles voces de la música sevillana como es la de Guego, una voz ineludiblemente hermosa y única, capaz de dar vida a piezas que te animan a cantar tanto como a apagar las luces en tu casa y revolcarte en su calidez y textura. Incluso si la canción no es tan fuerte, como puede ser el caso de El invierno, con la que retomaron de nuevo el disco después de entonar alguna canción en la que todavía trabajan y que no tiene ni título siquiera, la voz de Guego la sube a una altura capaz de superar la adversidad de tanta gente como terminó por reunirse en el Fun en un goteo constante, pero que vinieron a pasar un rato de colegueo y diversión y no paraban de charlar de sus cosas, haciendo de este concierto uno de los más molestos a los que he asistido últimamente por el ajetreo y el bullicio extemporáneo del personal. Pero bueno, cuando una banda decide que allí los que mandan son ellos y se convierten en los Died Pretty para avasallarnos con una increíble adaptación al directo de Punky copón, no hay más que hablar, sólo hay que escuchar y dejarse llevar.

Pecesbarba se han gestado en el indie, pero se han desprendido del lastre que supone la repetición de fórmulas que eso implica muchas veces y ahora sus conciertos son de una sobrecogedora elegancia. Así lo demostraron a lo largo de todo el corto concierto que dieron en el FunClub, de poco más de 45 minutos, y si a veces no conseguían hacernos llegar todo el color de sus canciones y nos parecían planos, no es porque ellos lo fuesen, sino porque lo eran los encefalogramas de una gran parte del público, más desorientado que otra cosa y poco dado a hacer algo más que lo que tenía que hacer, que era prestar sus cinco sentidos a una banda enérgica, explícitamente aplicada a sus instrumentos y a escarbar en las excelentes posibilidades que les brindan las canciones del disco que presentaban. Espero escucharlos pronto de nuevo ante una audiencia más respetuosa… coño, que ni en la segunda fila, al lado del escenario, conseguía dejar atrás el molesto murmullo.