- Maleso estrena en nuestra web disonante su nuevo disco, Todo lo anterior es falso, compuesto por cinco canciones introspectivas y reflexivas que no tuvieron cabida en su anterior disco de pop
Existe alguien igual de prolífico y que se reinventa tantas veces, o más, que Bob Dylan, os lo juro por la memoria de Keith Richards… que sí, que ya sé que todavía no se ha muerto, pero su memoria sobre lo que es caña de lomo y mortadela sí que ha debido morirse hace tiempo, a tenor de la deyección que acaban de lanzarnos los Stones, solo por el hecho de lo hacemos porque podemos. Dylan no hace esas cosas. Y Martín León Soto, al que todos conocemos como Maleso, tampoco. A él me refiero en esa primera línea en que lo comparo con Bob Dylan. Y antes de que os llevéis las manos a la cabeza, aclaro que, para desgracia de Martín, solo los comparo en lo que respecta a prolificidad y reinvención; qué más quisiera él que parecerse en más cosas. De todas formas, Martín, después de haber formado parte muy activa de la escena pop sevillana de aquellas décadas que a todos os parecen ahora tan doradas, lleva, ya como Maleso, desde el 2009 sacando un disco por año, por lo que este de hoy es el que hace -si no me he perdido contando árboles en tan inmenso bosque- el número dieciséis, por lo que este tío es una luminaria de la música independiente con todas las de la ley.
En la hoja de promoción de este disco que Maleso está dando a conocer a través de nuestra web -él sí que es un músico sevillano con buen criterio, no como otros- Martín dice que el artista debe descartar el logro conseguido y dirigirse hacia nuevos territorios, salvo que esa creación se esté vendiendo bien y seguir haciendo lo mismo te dé mucho dinero; entonces hay que dejarse de tonterías. En vista de que lo que él compone e interpreta no da para nadar en billetes -aunque haberse tirado todo un año facturando una canción humorística por semana para el programa Zafarrancho Vilima de la potente cadena SER le habrá dado buenos frutos- es por lo que se ve obligado a reinventarse en cada nueva obra, a ver si así suena la flauta.
Pero en esta que presenta hoy solo suena el piano. Dejando aparte su voz, claro. En su disco anterior, Malesofía del tocador, había un montón de canciones de pop rock, arropadas por los habituales instrumentos que acompañan a este tipo de composiciones. Y como además de todas esas tenía otras cinco, mucho más introspectivas, más reflexivas, que no casaban muy bien con aquellas, se quedaron fuera del disco. Maleso dice también en la hoja que este formato con solo piano da un poco de más cancha a la finta poética que el que permiten las dos guitarras-bajo-batería del pop y se nota. Así que esas cinco son las que salen a la luz ahora, recopiladas en este EP, que se llama Todo lo anterior es falso, cuya portada, que tienes reproducida aquí abajo, ha diseñado el propio Martín sobre una foto de Ágata Sandecor.
Estas cinco canciones son reflexiones del perfil de cantautor que predomina en Maleso y nos las presenta acompañando su voz solamente con el piano de Manu Sánchez, acompañante habitual de los dos Ruibales, el padre y el hijo, Javier y Javi, con el que las interpretó en directo en junio en los estudios de Grabaciones Sumergidas de El Puerto de Santa María para que José Antonio Mateos las grabase y mezclase. Sobre ellas dice Martín que son autoexplicativas y no necesitan de mayor aclaración, pero como hay que rellenar espacio en este artículo vamos a ir hablando un poco sobre ellas.
De la primera ha rodado un sencillo videoclip en el que Maleso y Manu comparten media pantalla cada uno. Se trata de Mirlos y gorriones, para la que Martín se ha inspirado en un standard de finales de los años 20 del pasado siglo, A Cottage For Sale, en la que el protagonista de la canción echa de menos a la pareja con la que compartía su vida en esa casita de campo al que alude el título y que ahora, cuando ya le falta, ha puesto en venta. En la letra que ha escrito Martín esa casita se convierte en nuestro chalet imaginario que nunca compramos porque nunca tuvimos fe suficiente en el compromiso. Le pido que me hable sobre ese giro argumental. «Le doy un poco la vuelta al asunto y el chalet es imaginario, como el de una pareja que nunca llegó a tener un hogar siquiera». Me interesa también conocer en qué cantante se ha inspirado más para recrearla, en vista de que esta canción ha tenido centenares de diversas interpretaciones. «La letra siempre me ha gustado mucho y la he oído en muchas versiones. No sabría decirte cuál me ha influido más; en realidad cogí el libro que tengo de partituras de jazz y empecé a tocarla y cantarla como yo mismo».
El arreglo de piano, sobre la música que también ha compuesto Martín, nos trae asimismo reminiscencias antiguas, porque es muy de Eric Satie. «Muy simple y creo que muy bonito», remarca Martín. «Manu la ha tocado de forma muy parecida a la primera versión que yo le envié con la primera idea que tuve, porque le ha gustado mucho esa sencillez. Aunque en algunas partes sí que ha metido sus toques personales, propios del excelente pianista que es».
Manu es un pianista muy versátil y lo demuestra en las demás canciones, con toques de jump-blues en la segunda canción, Dios cree en mí, o de jazz-blues en la quinta, Llegar vivo. Las otras dos que completan el disco son Desde aquí se ve España y Libro abierto. Escuchándolas todas me ha llamado la atención que ninguna de ellas tiene estribillos. Me pregunto por qué. Y Martín me contesta: «La ausencia de estribillos creo que se debe al hecho de que en estas canciones he escrito primero la letra y luego les he puesto música. En Dios cree en mí sí que hay una especie de estribillo cuando pasa a ¿En serio, Dios?, aunque la letra cambia en cada uno de ellos, incluso el tema termina repitiendo varias veces el estribillo. Creo que esta es la que sonará en Los Cuarenta Principales». Y sí que puede parecerlo, aunque ese sea el único verso que se repite de los cuatro que forman ese supuesto estribillo, aunque por definición este debería ser una expresión en verso que se repitiese después de cada estrofa. De hecho, creo que en todas las canciones no hay grupos de más de un verso que se repitan. Bueno, a excepción de Mirlos y gorriones, que empieza y termina de la misma forma: Mirlos y gorriones se adueñan del patio de nuestro chalet imaginario».
En esa canción de Dios cree en mí, Martín intercambia las facultades de omnipotencia entre Dios y él, aunque, siempre tan comedido y discreto le dice a Aquel que si verdad necesita que, pone por caso, le arreglen el fregadero, se ponga en manos de un fontanero en vez de un cantautor. Desde aquí se ve España es la única de las cinco canciones que ya conocíamos algunos, porque la estrenó en abril del 2021, en el concierto que dio en la Fundación Tres Culturas. Es una canción reivindicativa de unos hechos sobre los que Martín está plenamente concienciado debido a su trabajo; en ella habla de los emigrantes que quieren entrar en España a pesar de las dificultades que les ponen y que a veces les hacen pagar con su vida. Es también un alegato contra todos los que usan la palabra España como definición de algo que solo les pertenece a ellos. Es un poema íntimo e increíblemente triste que considero uno de sus mejores trabajos compositivos. Aunque él no está muy de acuerdo con esta consideración mía. «Pues no lo he visto así. Me resulta difícil evaluar mi propio trabajo. Las canciones con letras como esta, reivindicativas o de denuncia, me dan un poco de reparo porque nunca sé si lo político interfiere en lo artístico y te hace dar por buenos versos o palabras que no te valdrían en otro contexto. De todas formas, pensaba que todo el disco hablaba de cosas mías y que tampoco es justo olvidarse del mundo exterior y que esta canción podía encajar aquí».
Estas últimas palabras de Martín reafirman que Desde aquí se ve España es el arquetipo de lo que decíamos antes sobre que estas canciones no casaban con las del disco anterior. «Por supuesto; en mi disco anterior, Malesofía del tocador, no pegaba nada al ser un disco muy pop», se muestra de acuerdo Martín. «El mérito de que haya entrado ahora, aun así, es todo de Paco Trilita, que me la rescató de una carpeta que tengo con canciones que no han pasado el corte para entrar en ningún disco, bien por dudas por su calidad o por no encajar con el que hacía en el momento de componerla. Él insistió mucho en esta canción y me convenció para sacarla adelante». Esta es otra de las cosas que debemos agradecerle a Trilita eternamente; por si ya no acumulaba méritos, únase a ellos este de convertirse en el Larry Crane de Elliott Smith, para Martín.
Libro abierto es la canción de amor que nunca falta en sus discos. Me gustan tus arrugas, me gustan esas pecas, los vellos sin fortuna que nacen en tus piernas, la leve rozadura del tiempo en tu belleza; me gusta tu catástrofe de pelo, me gustan esas canas que asoman bajo el tinte… yo conozco a Aida Vílchez, su compañera de vida, y estoy convencido de que esta canción la describe a ella. «Supongo que se nota», me confiesa Martín; «pero cada uno la puede aplicar a quien quiera, que para eso son las canciones de amor». Y como tenemos el permiso del autor para aplicarnos las canciones cada uno como queramos, la otra que queda, Llegar vivo, me la voy a aplicar a mí mismo, sobre todo unos versos impagables que para mí son la obra cumbre de lo que se ha escrito en nuestra ciudad últimamente: Yo, francamente, prefiero el equilibrio inestable, crepitar en el brasero a ser ceniza inmutable. Y digo que esta canción me la aplico a mí mismo porque es una reflexión de Maleso sobre lo importante que es no morirse antes de tiempo. Y yo, como ya sabréis algunos, nací el mismo día que Sid Vicious, el 10 de mayo del 57, y aunque yo no salgo en la Wikipedia ni en los libros de historia del rock, me congratulo de poder todavía tomarme un vodka con limón a pie de escenario mientras disfruto de un concierto. Lo prefiero así, francamente también. Será que no tengo queja de lo vivido hasta ahora, de la enredada madeja de años, días y horas.
En la portada del disco podéis ver que está marcada con stick la casilla en la que se lee su título: Todo lo anterior es falso, y más arriba figura en grandes caracteres Cara A, como si realmente el título fuera ese. Como no acierto a entender del todo su significado, se lo pregunto al propio Martín. «Esto es la Cara A de un disco. La solución a esta pregunta está en la Cara B, que espero publicar a final de año». Con lo que nos da una primicia, que quiero intentar ampliar preguntándole si esa Cara B va a estar llena de canciones anteriormente compuestas, como estas que salen hoy, o serán totalmente nuevas. «De las cinco canciones de la Cara A, la más antigua es Desde aquí se ve España, que ya estrené en directo, incluso, como dijiste; las otras son más recientes, algunas de la época en la que hacía Malesofía del tocador, en el que no entraban por ser un disco eléctrico y otras posteriores. Las que irán a la Cara B son todas inéditas y de diferentes épocas, algunas muy recientes y otras de hace un año o dos. Mi idea en principio es que en la Cara B vayan todas solo con guitarra y voz, como en la Cara A han ido solo con piano y voz».
Pues ya veis. Tenemos y tendremos más canciones de Maleso, quien no necesita experimentar con el sonido utilizando para reforzarlo las nuevas tecnologías y elimina el exceso de ruido para lograr una claridad sonora total, a la que se le puede aplicar el dicho ese de se puede decir más alto, pero no más claro. Las disfrutamos. Y las disfrutaremos.
