- Las nuevas canciones de Maleso vienen recopiladas en un disco asociado a un libro, con el nombre de Malesofía del tocador. Esta entrevista es su presentación oficial
La malesofía es la variante que practica Martín León, aka Maleso, de la filosofía analítica. En esta corriente filosófica –malesófica en este caso- se destaca la importancia del lenguaje y de su precisión en el análisis social y cotidiano, y en ello Martín no tiene rival alguno en nuestra ciudad ya sea que hablemos de calidad como de cantidad, porque ambas son abrumadoras. Tiene Maleso un aire de persona cabal y traviesa al mismo tiempo, que le hace capaz de expresarse con sorna y poesía no ya en la misma canción sino incluso en la misma estrofa de una de ellas: me gusta la lluvia porque hace el mismo ruido que las croquetas cuando se fríen / me gustan las cunas porque en ellas viven niños que te quitan penas cuando sonríen… Maleso escribe y canta frases que según el consenso generalizado le acercan al universo de Krahe, algo que en realidad, aunque asumí por fuerza, nunca llegué yo a compartir, porque siempre le encontré mucho más cercano a la encarnación unipersonal del excelente póker de creadores musicales que fueron Cánovas, Rodrigo, Adolfo & Guzmán. Y siempre me he sentido bastante solo en ese pensamiento hasta que al pasar las primeras dos páginas del libro con que Maleso acompaña sus nuevas canciones, leí como el siempre certero Fran G. Matute, en el prólogo le nombraba heredero bastardo de Rodrigo, por cierto, el único sevillano de los cuatro anteriores. «No me extraña, más que nada porque CRA&G bebían de las mismas fuentes musicales que a mí me han gustado siempre», me reconoce Maleso cuando le pregunto sobre esa dicotomía. «Ellos escucharon a los Beatles, a los Beach Boys y música de los 60 a tope, por lo que es normal que hagamos cosas que se parezcan. Krahe es cierto que me ha influido mucho en la forma de hacer las letras y espero que me siga influyendo, pero musicalmente siempre he estado en otra dimensión».
La música, ecléctica, es determinante en la obra de Maleso. Escribe Javier López de Guereña en la contraportada del libro que si sus letras son divertidas, sus músicas lo son más aún. Y tiene mucha razón, porque Maleso hace crecer palmeras de fuegos artificiales desde unas raíces que en Cero sombras de Grey nos recuerdan a los Talking Heads, en Qué bien bebes agua nos transportan a Teenage Fanclub, en Encajan encontramos aires de los Byrds o al escuchar los primeros acordes de Autopista de peaje pensamos que en lugar de Maleso quien se va a arrancar a cantar es Silvio con su macarrónica versión del Train kept a rollin’.
En los párrafos anteriores hemos mencionado dos veces un libro, así que creo que este es el momento de explicar por qué no estamos hablando, en realidad, de un disco. Le pregunto a Martín cómo se le ocurrió sacar un libro. «Pues no se me ocurrió a mí, se le ocurrió a Aida -de apellido Vílchez, su compañera en la música y en la vida- cuando estaba yo comentándole lo de hacer un disco. El problema hoy en día es que no se le da valor a comprar música en sí, a no ser que venga presentada de una forma que te llame la atención, porque ya lo de hacer un CD está muy devaluado y no tiene salida; y hacer un vinilo queda mucho mejor, pero sale bastante caro fabricarlo y los plazos de espera para que lo hagan están ya en meses y meses. A Aida se le ocurrió hacer un libro con dibujos, algo en lo que se empeñó porque había visto los dibujos que yo hacía y decía que estaban muy bien…», no me digas que también eres dibujante, le interrumpo, maravillado por el nuevo rumbo de la obra de este artista, que parece del Renacimiento. «No, yo no me considero un dibujante, pero sí podía hacer un libro, venderlo y poner en él los códigos QR que te llevasen a escuchar las canciones en Spotify, Bandcamp, Apple o donde fuese, y que el libro sea solo un libro y nada más. Me resistí bastante al principio, pero la idea acabó convenciéndome y me puse a buscar contenido, sobre todo para la parte gráfica: hice los dibujos de las catorce canciones, preparé el tema de las noticias que van con cada una de ellas, después las conversaciones de WhatsApp que van llevando a cada canción; al final el libro se fue a las cien páginas y cuando se lo di a Raquel Labrador para que hiciese el diseño y la maquetación, ella lo unificó todo, porque eran cosas muy diferentes. Cuando vi el resultado me pareció todo muy bien, pero me pensé de nuevo lo de dar algo más con la música, aunque fuese un CD, porque me resultaba muy raro decir el disco es esto y tú te buscas la escucha como puedas, aunque en realidad eso es lo que va a hacer la mayoría de la gente, porque ya no tienen reproductor de CDs siquiera. Pero bueno, el CD otra cosa no tiene, pero es baratísimo de fabricar y así no te da la impresión de que te estás llevando una cosa que está coja. Yo lo hubiese sacado en vinilo e incluso no lo descarto si esto funciona bien y se puede sacar así una tirada».
Repasando las páginas del libro me encuentro con dibujos de estilos muy diversos, lo que me lleva a preguntarle a Maleso si todos son suyos. «Sí, todos son míos excepto el de la portada del disco, que es de Luz Llona». Ese dibujo al que se refiere lo tenéis reproducido justo ahí arriba. «Los dibujos los fui haciendo pensando en la situación que describe cada canción, para ampliar un poco el concepto de ellas en varias direcciones. Incluso hay un par de relatos de mi hermano Juan Carlos que dan un punto de vista suyo que no tiene nada que ver con el mío». También me resultó extraño ver en las dos páginas que ocupan justo la mitad del libro una galería de fotos de gente que así, al principio, sin haber llegado todavía a la lista de créditos del final, más allá de algunos rostros de músicos y colaboradores, no sabes qué pintan aquí. «Hemos tenido la idea de poner fotos de todos los que han trabajado en el disco, incluso de los que nunca salen, como la que hace los diseños, o el de la masterización y llevan a cabo todos esos detalles técnicos». Sale hasta el prologuista, añado yo; y Paco Trilita, motor y visionario del proyecto.
En la parte estrictamente musical el peso del trabajo ha recaído sobre todo en el propio Maleso, ya que aparte de la composición de la letra y música de todas las canciones, es quien pone la voz solista, las guitarras, el bajo, el órgano y algunas percusiones surtidas, desde la pandereta a la kalimba. Aida le acompaña en la voz solista en algunas ocasiones y en otras está en los coros, en los que también participa Priscila Gago. Juan Carlos aporta toques de guitarra eléctrica en algunas canciones de instrumentación más amplia y Jorge Daniel Collado pone la batería en los lugares que la requieren, salvo en la canción del Oso panda, en la que se sustituye por unos loops electrónicos extraídos de The Loop Loft. A Marcos Gamero también le escuchamos aporrear bongos en El sofá más pequeño del mundo.
El productor del disco ha sido el propio Maleso, que lo ha grabado en sus estudios de Padre Marúriz casi por completo, con la excepción de las baterías, que grabó Kique Duckieboy en el estudio de The Goat. Posteriormente Mario G. Alberni se encargó de los masters en Kadifornia.
De las catorce canciones que componen esta Malesofía del tocador solo conocíamos con anterioridad la segunda de ellas, Qué bien bebes agua. «Pues hay algunas que incluso son anteriores a esa», me cuenta Maleso. «Ha sido una cosa de lo más curiosa, porque Aida y yo hablamos de hacer un video un día que estábamos en la playa y dije, pues venga; de esta, que creo que nunca la sacaré en ningún disco ni nada. Pero resultó que un montón de gente me dijo que le había gustado mucho; incluso Javier López de Guereña, que también me ha echado una mano, aunque no se haya podido encargar de la producción, cuando escuchó las canciones me dijo que esta era de las que más le había gustado. Pensé que cómo a un hombre que está tan alejado de este universo le gustaba esto, así que acabé incluyéndola en el disco».
Retomando el tema de las demás canciones, me interesa saber si todas son posteriores a esa especie de punto y seguido que significó su disco recopilatorio de Fracasos que no me explico, el último que le conocíamos, del año 2020. «Cuando terminé Casémonos, el disco anterior a ese recopilatorio, ya comencé a trabajar en este Malesofía, del que incluso tenía la idea del título. Fui juntando canciones y como con Fracasos tuve que hacer un parón obligado por la promoción, la cosa se fue alargando y se juntaron un montón de canciones de los dos periodos, desde que terminé Casémonos hasta Fracasos y desde ese hasta la grabación de Malesofía, en total un tiempo que abarca tres años, además de un par de ellas, repescadas de discos muy anteriores, que se habían quedado fuera. Al final tenía tantas canciones que intenté buscar las que tenían una relación estilística entre ellas, para que me saliese un disco más homogéneo».
Una elección que en realidad ha tenido una doble vertiente, según me explica también. «Por una parte el disco tiene cierta unidad estilística, como te digo, porque de entre las más de cuarenta canciones que tenía escogí las que desprendían un aire más pop. Y luego, cuando ya tenía estas catorce, vi que todas eran de amor, por eso tienen dos líneas de unidad». Podemos, pues, aplicarle a este disco el lema de uno de sus videos de promoción: Catorce canciones de amor y un músico desesperado. «Lo de canciones de amor suena como a Sergio Dalma, pero menos casposo…»
Canciones de amor, las del disco, pero de un amor un tanto especial, porque algunas de ellas, Erizos enamorados, Esperando que te aclares, son de un amor que no se termina de ajustar. «Claro, pero eso es el amor también», se justifica Maleso. «El porcentaje de amores que van bien es muy pequeño; ponle un 25 por ciento que funcionan, pero luego hay otro montón de amores que hay que trabajarlos, o que acaban por fracasar y de amores que se pudren. Ya se sabe, canciones de amor las hay alegres, tristes y de todos los colores; de hecho, lo que yo he intentado es que no fuesen típicas, sino que tuviesen otro punto de vista, porque canciones de amor hay camiones y camiones y ya está uno muy harto de escucharlas».
¿Y cómo le salen a Maleso, me interesa conocer también, estas canciones tan atípicas? ¿Tiene primero la música y a esta le asocia una letra, o es al contrario? «De casi todas ellas ha salido primero la letra. A veces tengo primero la música, pero lo normal es que tenga algo antes de ella, al menos dos o tres frases de la canción, y que para empezar a componer la música ya haya algo que pueda ir cantando en español; después ya voy desarrollando la letra en función de que la música te pida que tires para un lado o para otro, pero partiendo siempre de una idea de texto. Muchas veces tengo ese texto completo, que lo he compuesto conduciendo cuando voy a trabajar por la mañana; siempre se me ocurren las cosas por la mañana, que será cuando tengo las neuronas más despiertas. Se me ocurre una idea, empiezo a hacer versos y cuando llego al trabajo los grabo corriendo en el móvil para que no se me olviden y luego ya los termino en mi casa. Lo que suelo hacer es ponerles una melodía falsa, tonta, una dummy de esas, o como se llamen, para sostener la canción y que luego encaje, porque si haces una letra sin pensar en nada luego ni los ritmos ni las rimas te encajan bien. Y cuando ya me puedo sentar en mi casa con la guitarra o el piano les compongo la música bien hecha».
Hablando de su trabajo, como coordinador de emergencias, me surge la curiosidad, aunque su deontología le impida hablar de ello, sobre si alguna de sus canciones se ha inspirado en los casos que le han llegado. «Pues mira que se han producido situaciones para eso, pero estoy intentando recordar… y no. Seguramente será porque soy un egocéntrico y solo pienso en mí mismo y en las cosas que me ocurren a mí, sobre mí y como yo veo esas cosas».
En el disco se van sucediendo las canciones, todas de amor, como él dice, aunque no todas autobiográficas. En ellas encontramos las dos maneras de escribir a las que Maleso se ha referido: sobre las cosas que le ocurren a él… Cero sombras de Grey, Qué bien bebes agua, Autopista de peaje, Como un perro que conozco, Croquetas, El sofá más pequeño del mundo, Oso panda, intuyo que incluso Koljos… y sobre cómo ve él las cosas de los demás… Esperando que te aclares, Encajan, Erizos enamorados, Voluptuosa, no estoy seguro de Casa de colores… de la que sí lo estoy es de Sale Raquel, porque yo conozco a la cuñada de Maleso, que se llama así, y la identifico perfectamente en esa canción. «Sí, me la encargó mi hermano -Juan Carlos- como regalo de cumpleaños para ella. Le hicimos una fiesta sorpresa en un bar de Jerez y el regalo, entre otras cosas, fue esa canción. Son catorce canciones de amor, en cierta medida, y esa es del amor de mi hermano por su pareja, pero amor, al fin y al cabo. Pero casi todas las demás son autobiográficas».
Le pido que me hable también del orden en el que encontramos las canciones en el disco, porque me da la sensación de que las primeras, como dije antes, son las que más rápidamente nos llevan a una asociación con sonidos familiares… «La idea ha sido hacer lo mismo que casi siempre hago en mis discos, poner al principio las que yo creo que van a ser más comerciales y van a tener más éxito, porque ahora la gente ya no compra discos y si tienes la suerte de que se pongan a escuchar el tuyo en Bandcamp o Spotify van a escuchar las tres o cuatro primeras, según vayan aguantando, por eso pongo al principio las que considero más llamativas. Pero la visión desde dentro es siempre complicada y a la gente le gusta la canción más inesperada. Hay personas que han escuchado el disco entero y la que más les ha gustado es la de Raquel, que está la doce, ya como al final. Los gustos del personal no los sabe nadie, si no, como decían los Beatles, nos haríamos managers y buscaríamos grupos con los que forrarnos».
Hablemos más del libro, del que tenéis aquí arriba la portada; me interesa saber si el que esté impreso a una sola tinta ha sido por cuestiones estéticas o económicas. «Más bien estéticas; porque, de hecho, la primera idea era hacerlo en color, pero surgían varios problemas. El primero era que el dibujo de Luz como portada del disco era incuestionable, hubiese quedado perfecto en un vinilo, pero en CD también queda chulo, y aunque no tiene nada que ver con los dibujos míos, como ese era en blanco y negro todo lo demás se ha impreso así también para darle más unidad al conjunto: conversaciones, noticias, los whatsapps, que tienen un rollo visual así como del siglo XIX; Raquel -la diseñadora, no la cuñada- ha conseguido unificarlo todo y si le metíamos color se perdía la unidad».
Y esos divertidos whatsapps que aparecen, ¿serán también reales, como las partes autobiográficas de las canciones? Porque en el primero de ellos, por ejemplo, lo del repartidor que trae los paquetes a casa a la hora que le da la gana en lugar de a la indicada, estoy convencido de que es algo que nos ha pasado alguna vez a todos. «Pues como en las canciones, hay algunas conversaciones que son reales palabra por palabra y otras son inventadas claramente para darle gracia al asunto; pero es verdad que a veces tienes conversaciones o te pasan cosas que son mejores que las que se te pueden ocurrir. Esa que dices del repartidor es totalmente real y la de la fiesta de Raquel -la cuñada, no la diseñadora- es falsa; para ella fue una sorpresa absoluta, pero me inventé una situación que era más sugerente, aunque podía haber pasado así perfectamente también».
Y el pueblo de Peñarriba de Abajo, donde ocurren todas las noticias del libro, obviamente no existe realmente, sin embargo estoy seguro de que Maleso debe situarlo en algún lugar de su imaginario geográfico. «Pues estaba pensando en un pueblo como de la parte de Osuna o por allí, que todavía es el Bajo Guadalquivir puro y duro. Al principio le había puesto de nombre Paradas, pero como es un pueblo real pensé que a lo mejor se enfadaban. Hay pueblos en Sevilla con nombres graciosos, Paradas, Badolatosa, Tocina, pero al final me dije que más vale no meterse en líos y me inventé el nombre».
Hasta ahora Maleso solo ha sacado discos, le pregunto si espera que este nuevo vaya a funcionar mejor asociado al libro. «Tengo muchos amigos que escriben libros que se venden por 18 euros, que parece ser el precio standard, y me dije que yo también podía vender un libro así, que además tiene un disco, canciones, otras cosas. Pero esperar… el nivel de esperanza está muy bajo últimamente en todos lados; me basta con que merezca la pena y me cubra los gastos para poder hacer otro disco. Lo de triunfar y hacerme famoso, la verdad es que lo veo ya más complicado».
Y también quiero saber si al ser un libro en lugar de un disco, la forma de promocionarlo va a ser diferente. «Te lo contaré dentro de unos cuantos meses, cuando vea cómo marcha la cosa, porque no tengo ni idea. Tengo hechos algunos videos de promo y estamos terminando un videoclip de Cero sombras de Grey que nos está haciendo Carlos Márquez, el que estaba en Los Avíos del Puchero y otro millón de grupos; le estamos dando los toques finales y está quedando muy bien. Y a seguir con video-anuncios e historias de esas. Yo me lo estoy imaginando todo igual que si fuese un disco».
¿Y dónde se va a vender, en una librería o en una tienda de discos? «Se podría vender en los dos sitios, la verdad. La distribución en puntos físicos no parece que funcione muy allá en los libros ni en los discos, porque si la gente no va a comprar específicamente ese disco, tampoco lo va a hacer porque lo vea allí. Así que lo que va a funcionar fundamentalmente es la venta por correo. Tengo ya preparados los enlaces en la página de Maleso.com para pagarlo con tarjeta, Paypal o como cada uno prefiera».
Y por último nos queda hablar de la presentación del artefacto. ¿Va a ser en un bar de copas o en una librería? «Pues va a tener que ser en una sala de conciertos, más que en un bar de copas; lo que es seguro es que en una librería no se puede hacer porque en ellas solo se puede tocar en formato acústico, no se admiten ruidos, y este disco es para tocarlo con dos guitarras, bajo y batería, que es como tengo el grupo montado. Estoy pensando en hacer algo a primeros de junio en un sitio como la sala Even, o Assejazz, si es posible, y si no, dejarlo para después del verano. Pero será un concierto normal, no con gente sentada que hable del libro. Ya tenemos rodaje para ello; hemos tenido actuaciones propiciadas por la Diputación y en ellas ya hemos tocado las canciones del disco».
Canciones, las de este Malesofía del tocador, que muestran el ingenio peculiar de Maleso, llenas de sensibilidad musical y lírica. El mundo, tal como lo ve Maleso, es un lugar mucho más interesante, y a veces oscuro, que lo que dejan entrever la mayoría de las canciones pop al uso. Con letras introspectivas a veces, y otras en las que canta sobre los personajes y las historias que ve a su alrededor: diosas que ya están aburridas de aguantar a gilipollas, amantes que parecen buscar la forma de hacerse daño, el desesperado que anda como un zombi por los bares, incluso canta sobre sí mismo; como si Maleso no terminara de decidirse entre ser un Jackson Browne o un Warren Zevon del Barrio León.