Random Thinking. Jardines del Real Alcázar. 10 de septiembre de 2020.
Trece meses después de verles en el mismo escenario de anoche, el que Actidea prepara con mimo para los conciertos que programa en el ciclo de Noches en los Jardines del Real Alcázar, volví a presenciar otro de los conciertos íntimos que Random Thinking nos ofrecen a solas con sus guitarras acústicas y la voz de Aurora Pérez, de tan diversos matices que anoche mismo fue capaz de transfigurarse en Joni Mitchell, Lucinda Williams o Joan Baez, incluso recordándonos el singular acento que esta tenía al cantar en castellano, según lo requiriesen sus interpretaciones de California, Can’t let go o Gracias a la vida. Canciones de otros grandes compositores pero que Aurora y su hermano Ángel, a la guitarra solista, más que acercar a su terreno, recreándolas con aire propio, nos las ofrecen con el alma original intacta, ya que, al fin y al cabo, este repertorio tan bien escogido es un homenaje a esas canciones que han acompañado las vivencias de los dos hermanos y a ellas hay que darles el absoluto protagonismo.
Este año no hemos tenido un nuevo disco de Random Thinking, que hubiese sido ya el tercero, y ellos, en lugar de repetir las canciones que formaban el set de Puro acústico, con el que agotaron todas las localidades en los cuatro conciertos del ciclo del año pasado, tal como están haciendo también en el de este año, han optado con el mismo buen criterio con que han elegido las canciones por ofrecernos un viaje musical a través de grandes piezas de country-rock, blues, folk, que han sido elementos esenciales de unión, tanto de vivencias de ellos mismos como de unión entre diversos estilos. Y eso quedó patente ya desde el inicio, con una de las tres canciones propias que interpretaron, el instrumental Ídolos de barro, en el que se mezclan todos esos estilos musicales sin que chirríen en ningún momento, más bien al contrario, porque Ángel es un maestro sacando acordes elegantes de su guitarra, precisos y preciosos, en la forma en la que los grandes guitarristas flamencos emplean sus falsetas.
Windy and warm es el nombre de este recorrido musical por las canciones que a ellos tanto les han influido, escogidas con criterio personal, asociadas a momentos, personas y lugares queridos. Y tras la introducción instrumental lo comienzan con Ring of fire, la canción que June Carter escribió sobre el poder transformador del amor, que le llevó a pasar su vida junto a la de Johnny Cash, y que Aurora ajusta perfectamente a los cánones del country-rock que mantuvo después también con el New kid in town de los Eagles, mucho más dulcificado que en la interpretación de Glenn Frey. Para Jolene incluso le dio a su voz la inflexión perfecta de súplica a otra mujer para que no le quite a su marido, que a la canción, aunque pueda parecer exagerado esto que voy a decir, le viene mejor que el tono altanero de Dolly Parton en la versión original.
Aurora cuando canta es como si impartiese una clase magistral de interpretación, y eso hace que hasta los oídos más inexpertos sean capaces de apreciar los cambios de timbre que emplea en una misma canción incluso, quitándole al California de Joni Mitchell el tono sombrío e introspectivo de una pieza con inflexiones jazzísticas para convertirla en una maravilla de alegre melancolía, vibrante y magnética en su complejidad vocal. Quizás el momento en el que más se apartó del espíritu original de lo que cantaba fue después, en Calico skies, que en la voz de Aurora, serena y encantadora, parecía una canción de Janis Ian mucho más que de Paul McCartney, su autor.
La interpretación de Windy and warm, el instrumental con el que Chet Atkins introdujo a Ángel en los maravillosos misterios de la guitarra acústica, y que tan bien describía una noche como la de ayer, con su brisa cálida, supuso un interludio suave y una demostración de la habilidad de Ángel para sacar la melodía distintiva de un tiempo y una ciudad sin necesidad de estar en Nashville pulsando las cuerdas de una Gretsh.
Los recuerdos y homenajes que Random Thinking desgranan a lo largo de su concierto se extienden también a sus padres, que les descubrieron la música a través de los discos que tenían en casa, y para ellos fueron el Gracias a la vida de Violeta Parra interpretado tal como Joan Baez lo hacía en su disco homónimo que tantas veces escuchase Aurora de pequeña y Live to tell, una canción de Aurora incluida en el segundo disco del dúo, en el que cuenta cómo echa de menos a su padre y como le sobra el sueño, porque todo lo que quiere hacer es vivir para recordar.
La recta final la emprendieron con el Before you accuse me de Bo Diddley interpretada a la manera unplugged de Eric Clapton y con un Can’t let go en el que Aurora levantó a Lucinda Williams de los terrenos de narradora estoica que esta suele ocupar para convertirla en una perfecta animadora de fin de fiesta. Aunque todavía tuvimos un bis con otra de las canciones propias de Aurora, la sexy I’m a woman and you’re man que fue otra demostración del multifacético sonido de su voz. Con ella terminó un concierto con una conexión visceral entre espectadores e intérpretes que seguramente a muchos de los que estábamos allí, en vista de los grandes aplausos y bravos que se oyeron tras las canciones, hiciese caer tan fácilmente como a mí mismo en el exorcismo secular y comunitario en el que se convirtió este viaje por el tiempo de Random Thinking, en el que seguramente todos tuvimos un momento especial; el mío fue cuando los ángeles anularon a los demonios de Ring of fire, la canción que siempre ronda las zonas oscuras de mi cabeza desde que escuché la desgarradora forma en que la cantaba Eric Burdon hace ya unos cincuenta años.
Aurora es una intérprete que no rehúye la franqueza y la vulnerabilidad, tanto en el concierto como en la composición. Y sus cuerdas vocales no se resquebrajan en ningún momento; su forma de cantar está llena de garra, de capas de recuerdo, de dolor, de alegría, de desafío; la nostalgia que muestra en un concierto como el de anoche tiene un dolor fresco. Y Ángel ha añadido perfectamente su propia imaginación instrumental a canciones familiares, a las que ha enriquecido y ha logrado compartir el mismo peso creativo que sus compositores originales.
