- Pequeño Salto Mortal estrenan el videoclip de su segundo single, El nublado de Madrid, en nuestra web
Carlos Abad tenía claro que moverse en la escena musical equivale demasiadas veces a disputarle a las ratas sus cloacas. Una vez me dijo que grabar implica un esfuerzo personal y económico enorme que con la edad que tengo, sin que los discos propios o en grupo, que nunca he dejado de tocar ni de grabar, funcionen a nivel de público y crítica y casi sin ningún apoyo ni contactos, pues no compensa el esfuerzo. Así que con los ojos pletóricos de nada, sorteando visiones y fantasmas, con su nuevo disco ¡Volad los puentes! recién grabado y dado a conocer, abandonó el sitio de un portazo, prefiriendo dar un salto mortal por la escalera que le llevase a la calle de la vida.
Ese salto mortal le hizo caer entre otros cuatro músicos que tenían las mismas ganas e intenciones que él de hacer todas esas cosas que con su propio disco ya no iba a hacer y se unió a ellos. Fue un salto mortal muy grande en su concepto y significado, sin embargo ellos nombraron su nueva aventura, la que esperan que les rescate del desengaño, como Pequeño Salto Mortal, en referencia a la canción de uno de los grupos fetiches de todos como era el de Los Rodríguez. Hace apenas diez semanas se dieron a conocer con el video del primer single que lanzaban, de nombre Tarde o temprano, mostrando ya el buen trabajo en los textos y armonías que va a ser la marca de fábrica de la banda, como pudisteis apreciar cuando la presentamos en esta web disonante. Y desde ahora mismo podéis volver a disfrutar también aquí del videoclip de su segunda canción, El nublado de Madrid, que desde mañana estará disponible en todas las plataformas de escucha.
El realizador del videoclip, Juan Lucena, ha querido plasmar la profecía de lo que a mucha gente les espera en esa ciudad de imposibles en que ya se está convirtiendo la capital española, revistiendo las imágenes con el desvaído tono que adquieren los videos en las viejas cintas de VHS, alejados de los colorines que vemos continuamente en YouTube. Con esta idea ilustra la forma en la que todo el continente queda supeditado al contenido, porque en Pequeño Salto Mortal lo que importa de verdad son las canciones, más allá de los artificios y extravagancias con que tantas veces se envuelven. En el caso de este nuevo single nos encontramos con una pieza, que aunque de folk rock tintada de country, como ellos mismos la definen, en el espectro sonoro creo que está menos cerca del extremo de los Byrds que del de Teenage Fanclub, con los que tienen en común, además de no ser americanos, con lo que eso implica de no haber roído las raíces arrancadas directamente de la tierra, el que sea una banda con tres buenos cantantes como los escoceses antes de perder a Gerard Love. Y esperamos que con el tiempo lleguen a ser también tan imperecederos como ellos.
Carlos y José Vega manejan las guitarras y Pedro Jiménez se ocupa de los teclados y sintetizadores; los tres hacen también armonías asociando sus voces aunque normalmente destaque la voz principal de José, como en el caso de esta canción de hoy, y los riffs y solos de guitarra queden para Carlos. El respaldo rítmico lo brindan Domingo Díaz y Guillermo Luceño, respectivamente al bajo y la batería. Se reencontraron a mediados del año pasado, aunque se conocían desde hace mucho tiempo, entrelazando entre unos y otros colaboraciones más o menos esporádicas o asentadas a lo largo de los cientos de discos y miles de conciertos que llevan ya entre todos tras de sí desde que comenzó la década de los 90.
La canción está producida por el bajista del grupo, Domingo Díaz, y Los Nuevos Bárbaros y fue grabada, mezclada y masterizada también por Domingo en el Estudio 335. Y es espectacularmente tierna para hablar de unos años sucios. El nublado de Madrid trata del estoicismo frente a la catástrofe emocional de no terminar de encontrar tu pequeño lugar en el cosmos y la importancia de obtener alegría de todo. Le pregunto a Carlos si esta canción, tiene algo de autobiográfico de alguno de ellos. «Sí, José Vega ha estado casi veinte años viviendo en Madrid; tenía esa letra desde hace doce o trece años y la hemos rescatado ahora para hacer esta canción. Más allá de lo biográfico nos parece que tiene algo universal, ese viaje a lo Hermann Hesse en el que uno recorre mundo buscando algo que no se sabe que es: libertad, una identidad, fama, fortuna… y regresa al punto de partida pero ya siendo otra persona. Es algo tan viejo como La Odisea».
Que José haya estado tanto tiempo viviendo en Madrid me aclara por qué la canción se sitúa en esa ciudad cuando ellos seguro que tienen más referentes sevillanos. Carlos me habla también sobre ello. «Aquí Madrid ejerce de símbolo físico y metafórico del sitio donde hay que estar, donde están las oportunidades, La Capital con mayúsculas desde un prisma provinciano. Pero pronto te das cuenta de que las cosas nunca son como parecen, algo así también como en Las uvas de la ira; el desencanto de llegar a la tierra prometida y las promesas que no se cumplen aunque, a la vez, te encuentras en el camino con amigos nuevos, gente buena y experiencias inolvidables».
Con dos singles ya en la calle y el rodaje de un primer concierto en La Hacienda Encantada de San José de la Rinconada, para el que se creó tanta expectación que se agotó el aforo en pocos días, hay ya unos buenos cimientos sobre los que construir un futuro. Le pregunto también a Carlos por sus proyectos más inmediatos. «Pues el más inmediato de todos, aparte de mover este single todo lo que podamos, es presentarnos oficialmente en la ciudad con un concierto en la Sala Even el próximo día 13 de noviembre. Después hay previstos algunos conciertos más pero todavía sin concretar. La idea es ir moviendo también al grupo y que las canciones que vayamos sacando, que serán el anticipo del disco que queremos sacar antes de que pase un año, vayan alimentando la maquinaria y que nos vayan conociendo. Básicamente ir consolidando el proyecto, que apenas tiene seis meses».
Tarde o temprano y El nublado de Madrid son dos magníficas canciones casi insoportablemente agridulces, dignas de convertirse en clásicas de la música sevillana, que reflejan muy bien las inquietudes y estados de ánimo de los componentes de Pequeño Salto Mortal, cinco personas que no tienen miedo de probar fortuna de nuevo en esta interminable sala de juegos que es la vida de los músicos.