Hace apenas un par de semanas os dábamos a conocer Ídolos, el tercer sencillo de adelanto del próximo epé de Perdido Godot, que llevará por título Quema mi garganta y cuya salida está prevista para finales de noviembre o principios de diciembre, como nos contaba entonces la banda. Y sin tiempo casi a digerirlo, y por sorpresa, este martes 22 el sexteto integrado por Pablo Vidal (voz), Pablo García de Santa Ana (guitarra y coros), Juan de la Oliva (guitarra), Juan Manuel Macías (bajo), Javier Picón (batería) y Javier Camuña (teclados y sintetizadores) ha puesto en circulación un cuarto single llamado Sangre joven, sangre fresca. Igual lo pudiste escuchar en directo anoche en la Sala X, donde presentaban sus nuevas canciones….
García de Santa Ana ejerce de portavoz para explicar que «es un tema que se compone en la misma época que El perseguidor, la primera vez que fuimos a grabar a Sputnik. El resultado nos flipó y vimos claro que la segunda parte de esto no se podía grabar en otro sitio ni con otra gente, tenía que sonar igual».
Como en anteriores sencillos, hay una línea argumental común sobre la música y la industria que la engloba: «Va un poco sobre la autenticidad, que va de sacar lo que llevas dentro, y siempre tiene que haber un equilibrio entre lo que quieres transmitir y lo que los demás quieren escuchar«. Este extremo les hizo reflexionar en el pasado hasta el punto de desechar cierto material y hacer una especie de borrón y cuenta nueva. Hasta que conocieron a Jordi Gil: «Nos convenció de que no pasaba nada si hablábamos de lo mismo en veinte millones de canciones, que si eso es lo que teníamos dentro adelante. Eso nos hizo sentir más seguros de repetir el mismo discurso de diferentes formas», razona el guitarrista.
García de Santa Ana continúa desvelando detalles: «Sangre joven, sangre fresca se basa en una canción de Radiohead que se llama We suck young blood, que no tiene nada que ver musicalmente pero sí conceptualmente. Lo que intentamos es representar un grupo gritando algo así como qué más es lo que tengo que hacer para que me abráis las puertas y ser famoso. Incidimos en qué estás dispuesto a hacer, poniendo el foco de nuevo en el éxito como objetivo y no como consecuencia», como ya sucedía en Ídolos. Y añade: «Qué más tengo que hacer para que me invitéis a vuestras fiestas. Ya te estoy haciendo una ofrenda de carne, como cuerpo, de oro, de ropas viejas en alusión a cómo se viste la gente de moda. Además, se nombra varias veces la figura del diablo, ese vender el alma al diablo por ser famoso que decía Freddy Mercury. El estribillo tiene un coro de voces superpopero en el que intentamos emular eso, como diciendo yo no soy así pero mira qué estribillo«.
No obstante, el punto culminante de esta pieza llega al final: «Lo que le da sentido a la canción es el final, después del instrumental cuando pega un estribillo más en alto entonces bajamos. Esa parte a mí me fascina, es como que el personaje se sincera y aparece la cara más oscura de este sistema: he hecho todo y siguen sin abrirse las puertas, sigo sin ser famoso». Un tramo de la canción aderezado con detalles nada fútiles: «Se escucha una caja como militar y pasos en una tarima de Sputnik, ruido de llaves que tiramos al cielo y las recogemos al lado del micro. Es como un ejército de gente alineada yendo hacia el mismo sitio. Y yo me imagino a esa persona saliendo de la fila porque ve que no ha conseguido nada pero que ve que detrás tiene una larga fila de personas dispuestas a hacer lo mismo por el éxito», remarca Pablo.
El guitarrista aprovecha para lanzar una reflexión: «Precisamente el otro día leíamos cómo Spotify lanzaba una especie de guía de cómo tenían que ser las canciones para que fuesen exitosas y le entrasen a la gente por los oídos, nada nuevo pero me llamó mucho la atención. Esa gente sabe lo que hace y habrá muchas bandas a las que les funcione, no digo lo contrario. Y desde luego nosotros no estamos intentando darle una lección a nadie, sino más bien exteriorizar lo que vemos y que creemos que no debería ser así».
Perdido Godot, en todo caso, no sólo tiene una postura indómita hacia la industria musical. Lo advierte el guitarrista: «La canción que queda por salir del epé tiene una visión positiva y enseña lo que hemos aprendido, no es sólo crítica sino que hablamos de algo que al final nos encanta que es la música», concluye.