Combo Paradiso. Sala X. 15 de mayo de 2021
En un grupo musical al uso todos los componentes tienen bien definidas su funciones, pero no así en un combo, en el que los que lo forman se unen para hacer algo entre todos sin que la definición se concrete mucho más. Y eso es lo que vino el sábado a dar un concierto a la Sala X, un combo. Un conjunto de cuatro músicos de los que dos de ellos eran guitarristas y los otros dos eran teclistas, así que para que todo funcionase bien la batería se la iban repartiendo y el bajo no lo gastaban. A la hora de cantar, se iban turnando en el micro principal de forma más o menos equitativa y así sacaron adelante un concierto que estuvo muy bien, en el que disfrutamos mucho, pero que también tuvo sus altibajos y en el que no acabé de ver muy clara la jugada de intercalar un largo bloque de cuatro canciones tranquilitas y relajadas ahora que estas funciones se desarrollan a unas horas cercanas a la de la siesta y no podemos levantarnos de la silla para sacudirnos la modorra.
Los cuatro músicos que salieron daban forma a lo que han dado en llamar Combo Paradiso y para empezar el concierto salieron con la siguiente formación: Juan Zelada en los teclados, Alberto Anaut a una guitarra, Adrián Costa a otra guitarra y Julián Maeso a la batería. Y así comenzaron a dar el primero de los conciertos de su carrera juntos, que vaticino que será larga y fructífera porque los cuatro son grandes artistas y ayer, incluso siendo el estreno, no tuvieron ningún fallo que no pueda solventarse fácilmente. Lo comenzaron igual que lo hace su disco, con Toni Varado, un instrumental con aroma a los grandes clásicos de ese género que ya desde el principio demostró que aunque no hubiese bajista íbamos a estar bien despachados de graves, porque no hay nada que la electrónica y la cuerda de arriba de la guitarra de Anaut no puedan arreglar. En La sonrisa de mis amigos Costa adaptó una canción californiana de Gary Gates para darle un sonido latino bastante meloso que todavía agudizaron más en ¿Qué quieres que te diga? con un ritmo de chachachá a la que esta vez fue Zelada quien puso la voz.
Para el siguiente bloque Maeso pasó a otro teclado, Costa cambió la guitarra por la batería y la cosa se puso más seria. El soul empezó a brillar en la voz de Anaut en cuanto comenzó a cantar Lleva los negocios por mí y Maeso nos dio la ración de órgano que todos esperamos de él cuando le vemos sobre un escenario, con un solo magistral. Él era el único que todavía no había tenido la voz solista y le tocó cantar ahora Colgado de un alambre, y si antes el solo instrumental perfecto fue suyo mientras cantaba Anaut ahora fue justo al contrario y mientras cantaba Maeso fue Anaut quien se lució en un grandísimo solo de guitarra. Tras una coda de los teclados comenzó Loco por ti de nuevo con Costa a la voz solista aunque el peso de la melodía recayó en los teclados de Maeso, aliviando muchísimo el tono machacón del necesito estar contigo del estribillo.
Nuevo cambio de instrumentos para volver a la formación con la que comenzaron, dándole Maeso aquí a la batería un sonido sordo para que Anaut nos cantase una balada lejanamente country sobre como la muerte es parte de la vida en Ensoñación. Maeso se dispuso a relajar todavía más el ambiente cogiendo unas escobillas para tocar y Río negro fue la siguiente canción, en la que Zelada decía sentir por su tierra una morriña mayor que el sopor que empezaba a asaltarme a mí. Menos mal que el aplauso que pidieron los músicos, y todos secundamos, para agradecer a Toni lo bien que nos hace llegar siempre el sonido, me espabiló bastante. Y otro vodka con limón terminó de arreglar la situación.
Soy como soy comienza con Costa transfigurado en Antonio Machín echándole gracia al ritmo cubano de la canción de Rubén González, que subió muchos enteros cuando el propio Costa y Anaut fueron alternando compases jazzies en un solo, no tan solo, de dos guitarras. El protagonista siguiente fue Zelada, con Venga lo que venga, una samba suave en la que puso la voz y el solo de teclados.
Y de nuevo cambio de bloque. Loco vaivén, la canción que da nombre al disco de Combo Paradiso, que nos presentaron casi entero, dejándose fuera solo una de sus diez piezas, comenzó con mucha marcha instrumental a la que se sumó Costa dándole a su voz mucho más swing que las veces anteriores. Volvimos a tener al Maeso que nos gusta, el que hace bailar sus dedos sobre las teclas y a nosotros con ellos; aunque sentaditos, claro. Un solemne piano nos cortó el rollo y a él a su vez se lo cortó un ritmo de jazz muy a lo Take 5 para que Zelada cantase Pasarán cosas. Anaut nos devolvió el soul con su voz y su guitarra en Qué bonito saber de ti, pero duró poco porque la batería lo hizo pedazos y lo convirtió en una canción más convencional.
Me diréis que soy un pesado, que me repito, pero es que cuando Maeso se centra en el teclado todo adquiere otra dimensión, aunque sea con notas tan suaves como las que introdujeron Dime cómo vamos a hacer, cantada por él mismo en una interpretación que daba pleno sentido al término quiet storm de la música soul. Pero después de esta canción volvió a sentarse en la banqueta de la batería para el último tramo, que comenzaron con Vámonos de aquí, una canción de desamor cantada por Costa en la que si cerrábamos los ojos en sus partes instrumentales podíamos imaginarnos que estábamos en un concierto de The Band, pero él se empeñaba en quitarnos la ilusión desafinando en las partes vocales.
Venga, voy a volver de nuevo con los halagos a Maeso. A mí siempre me ha recordado mucho a Leon Russell y ayer no lo había hecho hasta este momento, algo extraño porque no estaba ante el órgano sino en la batería, pero Vienen detrás de mí, con su voz solista cantando sobre cómo se pone de mala hostia con tanto agente de la ley empeñado en recaudar pasta a nuestra costa, fue una canción buenísima que nos trasladó desde Tulsa hasta el Greater London cuando comenzó a ser puro sex and drugs and rock’n’roll. Terminó con un magnífico solo, el mejor que dio en todo el concierto, de Zelada. Y por fin, antes de bajarse del escenario me congracié de nuevo con Costa porque en Casa Lola logró imponer su voz y hasta un solo de guitarra muy largo y bueno mientras todos los demás atronaban en plan funky y Maeso remataba la faena con un solo de batería.
Zelada fue el que más prisa se dio por brindarnos un bis y salió allí a su bola para sentarse ante sus teclados y comenzar a desgranar acordes. Los demás le dijeron desde la puerta que se esperase, que ellos también salían, y una vez dispuestos tal como habían empezado una hora y cuarto antes, comenzó a cantar Maeso desde la batería la primera estrofa de Los problemas crecen para hacerlo después Zelada, Costa y Anaut respectivamente en las tres restantes. La despedida definitiva fue estropeando bastante la canción de En el río aquel de Miguel Ríos, con Maeso al órgano, Costa a la batería y la voz solista y Anaut poniendo la rúbrica con un solo de guitarra santanero acompañado por la percusión de las palmas de todos los presentes.
Personalidades muy diferentes de cuatro grandes músicos que se habían tomado el estreno de su proyecto de una forma divertida con la que nos contagiaron, en el que la brillantez no fue la del oro sino la del gris acerado de las piezas mecánicas bien engrasadas.
