Lian Faz. Sala X. 9 de diciembre de 2021
Normalmente es ya un lugar común decir que una imagen o un video no hace justicia a la persona o al hecho que refleja, pero son unas palabras totalmente justificadas cuando las aplicamos a Lian Faz y al concierto que nos brindó anteanoche en la Sala X. Ella, a pesar de su juventud, mostró una capacidad enorme para atraer y fascinar a las cinco o seis decenas de espectadores que se reunieron ante el escenario, que en la distancia corta de la conversación posterior todavía se agrandó más, y a pesar de ser la primera vez que actuaba en directo supo moverse muy bien tanto entre los registros más suaves del R&B urbano y el smooth jazz que tintaban canciones como Moves o Feelings con las que abrió el concierto como con el liquid drum and bass del Touchdown con que lo cerró, solidificándolo tras su interpretación para convertirlo en una pieza que convirtió la sala en una rave de la que ella era el punto focal bailando entre la gente. Un drum and bass, además, que no se limitó solamente a ser lanzado desde el set electrónico del beatmaker, Manu Oliva, creador también de este remix, sino que junto a las bases que este emitía había también un batería y un bajista reales, logrando un sonido subgrave que incluso producía efectos físicos sobre nosotros; no os digo más que yo estaba sentado en mi ahora habitual banquetita, junto a la pared de enfrente de la barra y el botellín de cerveza que tenía en la repisa que hay en ella se movía alarmantemente.
A Lian la hemos escuchado en sus grabaciones y videos con su voz respaldada por elementos electrónicos lanzados por productores, pero aquí se presentó con una banda compuesta por Juanjo Peralta a la guitarra, Carlos Romero al bajo, Fernando Xpensive Caro a la batería y el mencionado Manu, que resaltaron el equilibrio y la expresividad de sus interpretaciones. No todo fue perfecto; es obvio que no se puede pretender que en el primerísimo concierto que da en su carrera Lian estuviese totalmente conjuntada con los músicos que le acompañaban ni que incluso estos mismos tuviesen bien cosidas todas las costuras de una música con la que no están demasiado familiarizados porque provienen del mundo de las jam sessions jazzies y Juanjo toca con los FLXWXRS, pero la verdad es que el resultado final incluso sorprendió a Toni, el técnico residente, que me dijo que tenía algunas reticencias sobre ellos después de haberles hecho la prueba de sonido.
Con esto en mente el concierto de Lian fue una extensión de su búsqueda por dominar una gran cantidad de estilos cercanos al jazz en su fusión con los aires urbanos que tanto tirón están teniendo en los intérpretes jóvenes que no se quedan enredados en el trap. Con más tablas, algo que se solucionará con el tiempo, y una producción escénica de armamento pesado, Lian llegará a deslumbrar desde el escenario a públicos mucho más numerosos que el que se dio cita aquí.
La melodía lenta y almibarada –sweet, sweet– de Moves puso las cosas en marcha tras unos trompicones instrumentales iniciales para irse animando durante su interpretación de suave rap; el ambiente chill y romántico continuó con Feelings, que con el respaldo de esta banda, y el solo de guitarra de Juanjo, sonó mucho más íntima de lo que lo hace en su grabación, una de las primeras que lanzó Lian, que ya fue soltando nervios y haciendo estremecer a la sala. Quiéreme, la primera canción que ella escribió en castellano, acentuó la delicadeza del ambiente, en el que ya con Heart desires y Yeah, I said it casi podía percibirse el leve humo flotante de un club de jazz.
A veces me he preguntado si no sería mejor para Lian afianzarse en la creación de un estilo más exclusivo que seguir experimentando en la variedad de caminos que recorre, pero escuchándole la siguiente canción, Can you hear me?, la verdad es que tengo que reconocer que ella es el tipo de intérprete que puede hacerlo; esto era R&B con una gran visión creativa, que la hizo fluir sin esfuerzo alguno hacia el rap melódico de Dream gang. Con Is it easy? puso el punto final a la primera parte, una pieza exuberante y atrevida en algunos momentos en los que resiste incluso unos pasos paralelos a los del (salvando las todavía inmensas distancias) Gangsta’s paradise.
Tras un cuartito de hora de cerveceo y sesión musical en la que el DJ nos metió remezclas animadas y bulliciosas de Nathy Peluso y Rihanna entre otras, Lian volvió al escenario con un cambio de look y un ritmo palpitante en Lo nuestro, la canción con la que se adentró en el pop alternativo que también le funcionó, y que esta noche le sirvió para tomar impulso hacia adelante y seguir, tras los solos de todos los componentes de la banda al irlos presentando, con el beat magnético de La fuga, quizás su canción más personal, en la que habla con su yo interior, aunque a veces deba hacerlo levantando la voz para sobreponerse a su ritmo contundente.
Con el rotundo break de Touchdown, su actual single, se inició el estallido de la pista, que se entregó totalmente al drum and bass de nivel exageradamente loco y tóxico con el que se desbordaron los sentimientos de alegría, emoción y libertad sobre los que cantaba Lian, haciéndonoslos llegar perfectamente a pesar de que la música ya era lo suficientemente intensa por sí sola. Pero para ella no era suficiente y empujó los límites, mas jevis, más fuertes; todos nos tuvimos que involucrar en lo que veíamos y escuchábamos y entrar en ese rollo fue como estar envuelto en una especie de paraíso raver febril, sobre todo cuando la enlazaron con la poderosa remezcla posterior que escucharemos grabada a partir del día 21 pero que aquí disfrutamos en primicia. Lo que pasa con cualquier noche de drum and bass es que tienes que controlar tu ritmo; la música es tan dura, tan rápida y tan pesada que literalmente morirías si te esforzaras demasiado; por eso fue merecedor también de una nota de sobresaliente el que Lian y su banda no lo extendiesen demasiado tiempo y la insoportable atmósfera que se estaba creando iniciase, cuando dejaron el escenario, un ligero decrescendo desde el set del DJ con Kanye West para terminar de serenarnos el alma con Raveena.
El concierto fue una potente validación del trabajo que conocemos de Lian en sus grabaciones de estudio. Y además, contra lo que hacen casi siempre los intérpretes de géneros urbanos, para los que eso de concierto en vivo es un término espurio porque lo que hacen es presentar en el escenario lo mismo que ha nacido en el estudio, ella tuvo el enorme acierto de darlo con una banda, que con mucho más tino que carencias, que también las tuvo, aumentó el volumen de la música, profundizando en ella y ampliándola. La diferencia fundamental entre esos intérpretes vulgares y Lian Faz es que ella convirtió su concierto, repito, el primero de su carrera, en algo mucho más significativo, algo que impulsó el concepto central de su obra. Y eso es muy poco común.
