- Ramos Dual y Yul Navarro reinterpretan los treinta y nueve latigazos de Jesus Christ Superstar en un videoclip lleno de simbolismo
No hay en ninguna ópera rock un fragmento que cause tanta impresión como el de los treinta y nueve latigazos a Jesucristo, mientras Pilatos va contándolos, uno a uno, sobre el ominoso fondo musical repetitivo que Andrew Lloyd Webber escribió para acentuar la fascinación por el impacto del gato de nueve colas sobre su espalda desnuda. Treinta y nueve golpes, ni uno menos, pero ni uno más, porque según la tradición romana, elevada a ley, cuarenta latigazos suponen una sentencia de muerte. Y Jesucristo estaba condenado a morir en la cruz, no allí, por eso treinta y nueve latigazos era lo máximo que se le podía dar sin que fuese una declaración de pena capital.
Ramos Dual y Yul Navarro acaban de lanzar un video en el que transforman Los treinta y nueve latigazos de Jesus Christ Superstar en vértigo. Usan el fondo musical empleado en la ópera, convirtiéndolo en una suerte de techno industrial sobre él que desarrollan la emoción narrativa de la descarga de los golpes; primero con Yul haciendo restallar treinta y nueve veces la percusión electrónica y después, sobre todo, con Ramos destrozando con treinta y nueve golpes más la guitarra en una fascinante escena en la que todos los que la vemos quedamos completamente a su merced; le da su propia extraordinaria sensibilidad y nos atrae, en la forma en que Jesucristo atraía a sus discípulos. Tanto el video como la canción han sido obra de ellos mismos, siguiendo los métodos DIY en la grabación, producción, realización y mezclas.
En el texto que Tim Rice escribió para la ópera hay un diálogo entre Jesús y Pilatos antes de que se dicte la sentencia, con unas frases del prefecto que siempre, incluso ahora más que nunca, son muy relevantes: ¿Qué es la verdad? Ambos tenemos verdades, ¿la tuya es la misma que la mía? Para Ramos, Pilatos era incluso una superestrella mayor que el protagonista de la obra. «Sí, para mí Pilatos es el personaje por excelencia. De hecho mi pieza favorita es el Sueño de Pilatos». Sin embargo, a la hora de reinterpretar una de las piezas no eligió esa, sino la de los treinta y nueve latigazos, para sanarse a sí mismo. «Cada guitarrazo es una auto flagelación en la que me desprendo de mis miedos, traumas, frustraciones, obstáculos, y demás motivos que me convierten en un ser reactivo y frenan mi paz interior». Ramos se aplica el castigo que hace brotar la flor de sus cenizas.
Cuando ves por primera vez el video y Ramos comienza a golpear con la guitarra ya sabes cuántos golpes va a dar. Yo, aunque sobrecogido todavía, comencé instintivamente a contarlos y me sorprendió que solo fuesen treinta y ocho. Pero antes de contarlos una segunda vez ya me había contestado el propio Ramos. «Son treinta y ocho guitarrazos más el último en el que la arrojo al suelo. Buena observación». La columna que sufre los golpes es también una magnífica referencia llena de simbolismo. «El lugar es una nave industrial abandonada en las afueras de Utrera. Me gustó mucho la columna, pues a Jesús lo flagelaron amarrado y encorvado sobre una columna. Yo elegí ésta por lo industrial, el rojo de la base, y el sonido vibrante que desprende al golpearla».
En los años 70, gracias a la película de Norman Jewison sobre todo, la ópera rock de Jesus Christ Superstar se convirtió en mito, en icono, aunque con los años quedó muy relegada al olvido. Ramos, sin embargo, nunca la ha dejado atrás. «Conozco la pelicula de los 70, la obra de Ian Gillan y la de Camilo Sexto y lo tengo todo en casa en DVD y CD. El Jesús de la peli no me mola; Camilo Sexto, sin embargo, en La oración del huerto me hace llorar de corazón. Ian Gillan es la hostia. Hay partes de unas y de otras… yo haría un mejunje con lo que me gusta de las tres, pero con la que más me conecto es con la versión española. Jesucristo Superstar fue la banda sonora de mi infancia y me gusta rescatarlas en Semana Santa. He llegado un poco tarde con esta versión, pero no me preocupan el tiempo ni los plazos».
Durante el video está también omnipresente el ichtus, el símbolo secreto del pez, cuyo significado en griego es Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador. Para que dos cristianos se reconocieran como tal, uno de ellos dibujaba un arco en la arena; si la otra persona completaba la figura del pez, significaba que ambos eran cristianos. Le pregunto a Ramos si él está usando ese símbolo en el video también para que se le reconozca como cristiano. «El motivo por el que lo uso es porque siempre he sido seguidor de Cristo, de forma instintiva desde niño. Con nueve años tuve una especie de Epifanía con él y me sentí muy conectado a su enseñanza. Ahora estoy entregado a un continuo trabajo espiritual, medito, leo y reflexiono mucho sobre las enseñanzas de Jesús desde el punto de vista espiritual y filosófico y sobre su beneficiosa aplicación a la Humanidad. Y me estoy cultivando mucho sobre la sabiduría antigua, la filosofía perenne, la gnosis… el pez, la vésica piscis y todo lo que se puede aprender de ello».
El video de Ramos y Yul presenta también la novedad de verle a él como guitarrista. Desde la primera vez que le vi, en aquel garito de Utrera en el que estaba de espectador como yo, sentado un rato de prestado en la banqueta de la batería de los Dienteslargos, convirtiendo el Johnny B. Good en una descarga de heavy metal, y como miembro de la banda Beggar’s House, siempre le he tenido por baterista; y con Yul Navarro en este proyecto actual, también como programador de sonidos generados electrónicamente, pero nunca le había visto en la faceta de guitar hero que aquí nos muestra. «La guitarra me atrae muchísimo. Me encantaría ser el guitarrista de una banda de rock. Tengo varias guitarras eléctricas esperando a que me entregue a ellas y lo voy a hacer. Ya hice de guitarrista de una banda mexicana en España y Portugal, que se llamaba Los Sustos, y seguiré haciendo música con la guitarra; tengo intención de sacar álbumes como guitarrista. No la domino, juego mucho con la pose y sé manejar bien mis limitaciones, que son muchas; pero la experiencia es un grado. Elegí la guitarra para esta canción porque tengo grabado en mi mente ese sonido guitarrero setentón de esta pieza y no me parece complicado tocarlo y lo vi factible. Además de ofrecer una nueva visión y cambio de papeles con Yul».
Y lo cierto es que le ha quedado bien. La guitarra, aunque con sencillos acordes, resuena poderosa y espectacular por encima de la icónica melodía principal, y después se convierte en protagonista agonizante del magnífico final. La energía se puede sentir, desprendiéndose de la pantalla de forma abrasiva. La producción del videoclip es vanguardista y mezcla de forma cautivadora los elementos religiosos y musicales en un ambiente post-apocalíptico, que en estos días se nos ofrece absolutamente actual.