- Renny Jackson Band. Tarifa Music Club. 28 de enero de 2022
Ya iba para la media docena de canciones las que llevaban interpretadas Renny Jackson y su banda cuando la tempestad nos barrió. Where Should This Music Be? ascendió desde el metal de un saxo tenor, para explotar en un cuarteto de canciones increíbles, de música que le dio otro significado al concepto de muro de sonido; y todo ello sin necesidad de una guitarra eléctrica siquiera. Una gran energía recorrió el Tarifa Music Club, bañando a todos los asistentes, cuando Renny potenció y dulcificó a la vez el reggae nacido de sus sueños de niño en Birmingham, que trajo hace ya muchos años al sur, oculto en las cuerdas de su guitarra acústica, para unirlo aquí a las válvulas del saxo y al alma del bajo eléctrico. No he empleado en vano la palabra tempestad, porque esta canción salió de la obra de Shakespeare que lleva ese título para dar forma a una magia que nos unió y transportó; que luego explotó con las baquetas de Raúl Medina, acompasando su batería con las palmas flamencas de la gente para introducir Move On, todavía por el mismo palo, e invocar al duende en Soul of Spain para que convirtiese el reggae en bulerías de la Alameda y se liberase el hechizo, dando rienda suelta a toda esa energía en Yes! a través del toque de los labios de Manuel Contreras a la boquilla, el pellizco de Enrique Mengual a las cuerdas del bajo, el ímpetu de los dedos de Rafael Arregui en las teclas… después de esto solamente cabía contrarrestar el arrebato con la serenidad de Frantic Peace, una canción de las más nuevas, compuesta por Renny precisamente tras el paroxismo de su concierto de mayo en la Sala X, e interpretada anoche con el único -usado tanto en su acepción de solo, como en las de extraordinario y sin igual en su especie- acompañamiento del piano eléctrico de Rafael. Y de la guitarra de Renny; esa guitarra que pasa muchas veces desapercibida entre tantos buenos instrumentistas y su fantástica voz, pero que es muy sutil tanto en concepto como en ejecución.
Renny abrió la noche con dos canciones de Seasons of my hand, su último disco, con suaves ecos de folk rock en The longest summer y Man of the World. La tendencia al intimismo no llegó a ser una sobrecarga emocional porque justo antes de las añoranzas de From the Heartlands y la dulzura de Sixty Years tuvimos el rato de cachondeo de Whiskey in the Jar, la melodía irlandesa que tantas bandas han interpretado, llevándola a toda clase de terrenos.
Después llegaron la exaltación antes descrita y la frenética paz para entrar luego en el caos lleno de vida que es Bric-a-Brac, el mercadillo del Jueves convertido en canción, una metáfora de la búsqueda de la felicidad dentro del desorden, que desembocó en una maravillosa balada, The Lake Isle of Innisfree, en la que Renny llegó a lo más profundo de nuestros corazones y el saxo de Manuel hizo destellar la noche, dándole el brillo púrpura del mediodía, tal como escribió el poeta William Yates en estos versos a los que Renny les puso celestial música.
Más fascinante y delicada que nunca sonó Step Outside, para subir, tras ella, el punto festivo del concierto con Loosey Goosey Blues y el prodigioso solo del teclado de Rafael. Wild Rover fue un singular vals y Those Dancing Days Are Gone una vuelta al reggae, de nuevo con los versos de Yates como protagonistas: Renny con el sol en su garganta y Manuel con la luna en su saxo, extendiendo su resplandor al Thinkin Xtra y los coloridos jugueteos de Rafael con sus teclas y botones de volumen. River Roots marcó el inicio del final; esta canción de sofisticado pop es un homenaje a la música en directo; a las imágenes, sensaciones, de los garitos como este en el que estábamos anoche, que vamos recuperando poco a poco. Este sitio precisamente, este Tarifa Music Club, había sido antes uno de los karaokes más conocidos de la ciudad y Renny quiso terminar con una canción que fuese un homenaje también a ese pasado, una canción que todos conociésemos y pudiésemos cantar, como hacían los habituales de aquellos tiempos. Y allá que nos pusimos a destrozar la letra de You Never Can Tell de una forma que hubiese partido de risa a su autor, Chuck Berry, en la misma forma que lo hacía con todos nosotros, Renny y su banda incluidos, que antes de abandonar el escenario nos regalaron una coda final con estrofas del Yes!.
Renny compone canciones deslumbrantes. Y si en sus discos se ven favorecidas por la técnica de los estudios de grabación, en directo se proyectan más allá; unas se aceleran, transformándose en bolas de demolición, otras se convierten en majestuosas baladas, tocadas más despacio para adaptarse al ambiente de un local que se presta a ello, como el de anoche. Siempre respaldadas por una banda que las empuja a las necesarias alturas extáticas; donde mejor se aprecian los soplos de aire fresco.