Continúan apareciendo singles de adelanto del disco de Sarria, el que el próximo día 21 de mayo marcará el inicio de la carrera discográfica en solitario de Nacho Sarria. Después de lanzar Gitana y Esperando al sol, cuyas reseñas puedes recuperar a través de los enlaces en sus títulos, acaba de editar Fundido a negro, para completar un trío de ases totalmente ganador.
Fundido a negro no es una canción especialmente compleja musicalmente, más allá del uso del theremin, que le da un cierto aire de romanticismo, pero funciona muy bien porque su simplicidad hace de ella una canción muy delicada y tierna. No es que el minimalismo, que domina estelarmente el video que la acompaña, sea una especie de bálsamo de Fierabrás que todo lo mejora, pero cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad sabe que hay una pureza en la simplicidad que es mucho más difícil de encontrar en una pieza más compleja. Con sencillez, las canciones deben mantenerse por sí solas, sin adornos, y Nacho consigue que esta suya lo haga. Que resalte como la noche sobre la que canta, que despierta y despliega su belleza con esplendor, el marco perfecto para el fundido a negro que para él significó «el comienzo del fin de un momento complicado de mi vida, una autoconfesión sin tapujos de alguien que, consciente de la belleza que le rodea, se reconoce incapaz de admirarla. Decido librarme de la angustia, de mí mismo; me marcho a un lugar mejor. Huyo. Me fundo a negro». Y su voz es el vehículo perfecto para esta canción suave y sensible.
Este Fundido a negro es el último adelanto del disco y también será la última de las canciones que contenga, la que lo cierra. Nacho la terminó de componer quince minutos antes de empezar la última de las sesiones de grabación que tuvieron lugar en los estudios Happy Place, y la dejó para la posteridad con su registro de voz más grave, acompañado por su guitarra de doce cuerdas además de por Ricky Candela al bajo, Fernando Reina a la batería y Fran Rosado a los sintetizadores y teclados, manejando también el theremin que tan buen tono le da al resultado final de la canción, y que se ha convertido en uno de los pasajes favoritos de Nacho, quien cree recordar que, aunque no figura en los créditos de esta canción, también tiene algunas partes de teclado de José Vaquerizo. El productor fue Paco Lamato y después Jordi Gil se encargó de la masterización en los estudios Sputnik.
La canción de Nacho es una ventana a su alma y por eso supongo que a la hora de darle visibilidad en un videoclip a los sentimientos que expresaba, él mismo sería quien dijese cómo tenía que hacerse, al fin y al cabo hay una parte suya en cada verso que canta. Le pregunto por el proceso de creación del video. «Mi dinámica de trabajo con este proyecto siempre ha sido la misma, hago tándem con mi primo pequeño, Iñaki Gijón, y yo me hago cargo de la parte de conceptualizar el video y de la producción y él se encarga de todo lo técnico: dirigir, hacer iluminación, busca el equipo, reúnir a las personas; yo me encargo de lo estético y lo conceptual y él se encarga de hacerlo realidad, porque además tiene un don para eso y a mí me entiende muy bien, aunque a veces no sé ni cómo entiende las visiones tan abstractas que tengo en mi cabeza. Es un genio y me siento muy bien con él. A este video le di muchas vueltas; tenía otro tipo de video pensado para esta canción, que quizás se podía asemejar más al de Gitana, una idea más surrealista y sicodélica, pero tenía en la cabeza el run run de que cualquier cosa que le añadiera al video le quitaría pureza, que sería como si estuviese manchando la canción. Y como tiene un mensaje super directo y muy crudo quería encontrar una idea que encajara con eso y no distrajera de lo que es realmente la canción, que fuese un soporte elegante y no un extra, no añadir cosas en el video».
Y realmente Nacho ha conseguido transmitirnos el mensaje que quería. En todo lo que hace es él mismo. Eso requiere valor, puede que te sientas vulnerable, incómodo, expuesto … al principio. Pero hay una belleza indescriptible en descubrir quién eres realmente y compartir eso con el mundo. Y Nacho ha sabido hacerlo. «Una noche antes de irme a la cama tuve la idea de hacer un antivideoclip, como me gusta llamarlo; lo contrario de un videoclip que tiene mucho movimiento de cámara, un montón de efectos, un montón de cosas pasando continuamente… y en mi mente me pareció muy atractiva la idea de hacer un solo plano secuencia con la cámara estática y conmigo interpretando la canción y ya está, sin ningún tipo de actuación ni subtrama. Cuando lo propuse vi las caras de todos los involucrados como diciéndose que me había vuelto loco, pero en mi cabeza lo veía claro y dije: hostia, esto es lo que quiero hacer. Así que lo hicimos y al final nos encantó a todos y estoy muy orgulloso, porque creo que es una idea muy original; sin habernos inventado nada, esto solo tiene una tela negra y un juego de luces, pero es un video muy extraño para los tiempos que corren; muy minimalista, y precisamente creo que eso es lo que necesitaba la canción, un video que fuese elegante, que no distrajese y que centrase la atención en lo que dice la letra».
Tal como Nacho nos ha dicho, Iñaki Gijón estuvo a cargo de la fotografía y dirección, siendo Pablo Navarro el operador de cámara y Álvaro Gijón y Alfon López los que se ocuparon del entramado eléctrico necesario para filmar. Entre todos hicieron posible que la idea de Nacho saliese adelante para marcar la diferencia, que por muy pequeña que sea, sirve para unirse a esas otras pequeñas diferencias que con su suma hacen del mundo un lugar mejor.
Quiero preguntarle a Nacho si plasmar esta oscuridad interior en palabras e imágenes le ha servido como exorcismo, para ser también una persona mejor de la que él mismo se pensaba. «Pues totalmente. Sé que se dice mucho de los discos, pero en mi caso ha sido un exorcismo total. La temática en conjunto de la mayoría de las canciones ha sido oscura, aunque es verdad que siempre tienen un componente luminoso y hay un toque de esperanza, que es como realmente soy yo. Puedo estar pasando una mala racha, como en el caso de la época en que se gestó el disco, pero siempre mantengo la búsqueda y pongo el foco en la solución. Llevaba mucho tiempo encasquillado personal y mentalmente y alcancé un estado depresivo en el que me quedé sin rumbo. El disco hizo que me enfocase en algo y saliese de una etapa que duró demasiado, y que ya casi no parecía una etapa sino una eternidad. Gracias al disco y a lo que pasó después: irme de Sevilla, pasar por Madrid, donde duré solo dos meses porque no me gustó nada… yo me he criado en la playa, en un sitio muy tranquilo, y no me sienta bien ese ritmo… y acabé viniendo a Málaga, a mi casa, a mis amigos de siempre y a reencontrarme con mi vida anterior. Todo ha sido muy bonito desde ahí; he conocido a una banda fantástica que suena muy bien, tienen una energía brutal, están felices de estar en este proyecto y me siento muy cómodo y contento con ellos. A raíz de venirme también ha surgido todo esto de hacer los videoclips en familia, con mis primos, mi hermano; he vuelto a mis raíces y a día de hoy, cuando miro hacia mi etapa chunga es como incluso que me gusta que el disco sea una manera de dejar constancia de esa época que pasé y de que ahora estoy muy bien. Me gusta que sea un disco oscuro, que la temática sea oscura y refleje esa parte, porque me recuerda que desde ahí puede uno llegar a sitios mejores y que las cosas terminan encajando».
Cada día es un nuevo día, una nueva oportunidad para empezar de nuevo, una nueva oportunidad para convertirte en quien estabas destinado a ser. Canta Nacho en Fundido a negro, diciendo también que hay demasiado peso que soportar, que el alba me traiga la dosis necesaria para marchar, voy a saltar. Todo viaje tiene su final, hoy el mío acaba aquí. Pero esta última frase, por el bien de todos los que escuchamos sus canciones, debe ser solo una figura retórica. A Nacho debe quedarle mucho camino por delante y le pido que me confirme que ya planea el futuro, nuevos pasos, nuevo disco, despejado de nubarrones… «Yo espero que el próximo disco no sea tan oscuro porque me encuentro en otro momento diferente ahora mismo, a pesar de que cuando escribo no me sale tan fácil hablar de cosas bonitas como de lo que me inquieta por dentro, lo que me duele, lo que me obsesiona. Siempre están todos esos componente en las cosas que hago. Pero creo rotundamente que lo que estoy haciendo ahora me ha cambiado la película y estoy más alegre, sin el toque oscuro, y lo que me salga reflejará este momento. Mis exorcistas al final han sido mis amigos de Sevilla, de Madrid, de la familia y ha sido todo muy satisfactorio».
Nada va a ensombrecer la capacidad creativa de Nacho Sarria. Le queda un largo camino. Está equivocado el último verso de esta preciosa canción.
