- Sevilla Distorsión adelanta El patio de mi casa, cuarta de las canciones que componen su disco, de título homónimo, próximo a salir
Esta canción y su videoclip de apoyo salieron a la luz el día 1 de este mes. Y aunque en nuestra web disonante te lo esté presentando con bastantes días de retraso, creo que el día de ayer, 23 de diciembre, en que comencé a redactarlo, era también un día muy apropiado para hacerlo. Era el día en el que se tenían que celebrar muchos conciertos que se han ido suspendiendo en cadena; en la Sala X, donde yo hubiese estado en lugar de tecleando en mi ordenador, en la Even, en Malandar, tal como ocurrió al inicio de esta pandemia que pensábamos que ya estábamos superando. Hoy todos los músicos se han vuelto a encontrar ante el agobiante desierto de la frustración. Y la canción de la que hoy te hablo, El patio de mi casa, retrata precisamente eso, la frustración del artista andaluz. Pero lo hace señalándonos también la esperanza: el artista muere, pero renace.
La banda que lo interpreta es Sevilla Distorsión, que surgió entre La Alameda y Triana, por eso se mueve entre la gran variedad de estilos musicales que maneja la ingente cantidad de artistas que hay en los dos enclaves, apostando por la fusión, pero plantando cara al desafío que supone la renovación de un género que, demasiado anclado en la herencia de la década de los 80, necesita de ella.
El patio de mi casa es la cuarta canción que adelantan de las que compondrán su primer disco, que llevará el mismo nombre del grupo, Sevilla Distorsión, y saldrá a la luz el día 14 de febrero. El rock en todas sus variantes, unido al jazz, al flamenco; el sonido eléctrico que funde las vetas más experimentales con las más tradicionales, es lo que define el sonido de la banda, al que ellos llaman psyco-cani. Y la verdad es que es muy apropiado este término, porque está construido con dos palabras que sirven para señalar la provocación y el costumbrismo, tendencias a las que se han inclinado siempre durante los casi tres años que llevan ya de carrera.
Cinco músicos transgresores son los que dan forma a esta banda tan visceral: Jero Callejero García, pone su garra y su voz con deje flamenco al frente de Lolo Martínez y Pablo Donoso, que se ocupan de las guitarras y de Juan Rodríguez y Nicolás González, que forman la sección rítmica con la batería y el bajo respectivamente. En esta canción cuentan con el apoyo de Julia Dueñas, al piano y los sintetizadores, además de las hermanas Esperanza y Carmen Villegas, en los coros. La grabaron en Estudio Setentaynueve, con Rafa Camisón de productor y mezclador, para que después la masterizase Mario Alberni en su estudio de Kadifornia.
El video ha sido dirigido por el propio Jero junto a Francisco Cala, que ha sido también el director de fotografía y el que ha montado todos los planos de forma tan sobresaliente. Y junto a los componentes del grupo aparecen además las actrices Anaisa García y Nerea Martínez, a las que da la réplica al actor Iván Bobadilla.
Al igual que ocurría en la anterior canción que presentaron, Robá una moto, esta también se desarrolla a través de tres movimientos, partiendo de unos aires de clásico regusto andaluz en el que prima el virtuosismo instrumental y el quejío de la voz, en un intercambio puramente mágico. Esta primera parte es el núcleo central de la obra; ocupa dos tercios de ella y desemboca en un segundo movimiento de fantasía psicodélica en 7×8, que se resuelve con la vuelta al primer movimiento, llevado ya hasta el final. Tres segmentos instrumentales en los que llama la atención esa guitarra que repite obsesivamente el mismo acorde en el pasaje de en medio, como si estuviese sampleada, pero Pablo me aclara que no es así. «Soy yo quien la toca todo el rato. Le doy matices rítmicos distintos, pero es siempre el mismo acorde, enfatizando las notas melódicas. Mientras el bajo y la otra guitarra van cambiando de acordes, hay una guitarra que se mantiene constantemente haciendo lo mismo en bucle, algo que enlaza con la idea de la que habla la letra de la canción cuando menciona la falseta atravesá; de cuando al músico se le atraviesa algo y no le sale, y lo estudias en casa y te obsesionas con ello, y te tiras la noche en vela trabajándolo, que parece que entras en una especie de bucle, en el que siempre repites el mismo riff. Esta bien que esa situación se vea representada por una guitarra que suena todo el rato igual».
Una falseta atravesá que no termina de sonar, una perfecta metáfora de la frustración que mencionaba al inicio de este texto; lo que siente un músico al que no le termina de sonar bien la música que está creando. Pablo continúa hablando de esa sensación. «Hemos querido mostrar la parte del músico que no se enseña habitualmente, la parte del estudio, del trabajo, de la frustración del artista. Realmente la letra va por ahí, aunque también hacemos reivindicaciones andaluzas, más que andalucistas, porque no es una cuestión política la que queremos introducir. La parte de mi tierra llora sangre, mi guitarra da calambre, es nuestra forma de evocar la historia de Andalucía, el arte, la cultura, la canción… lo demás es mucha imagen: el patio, la estrella mudéjar haciendo referencia a una nueva Andalucía; al final son muchas las imágenes de la inspiración del artista, que se reflejan en esa estrofa de la falseta atravesá. Yo siempre lo he interpretado así, la verdad».
Unas imágenes, de las que Pablo nos habla, que se reflejan en el videoclip de una forma muy potente, recreando un paralelismo entre la creación artística y un parto. «La idea surgió cuando estábamos todavía en proceso de grabación de la canción, aún sin terminar», me cuenta Juan. «Cuando estábamos pensando en cómo hacer el videoclip escuchamos una historia sobre un aborto en un lago, y como la historia que contamos va sobre el proceso de creación de una obra, de estar inmersos en la grabación de un disco, que es como un parto, se nos mezclaron los conceptos y nos pareció una buena idea trabajarlos».
La idea de la creación de una obra como un parto no es nada nueva, pero al igual que hacen con el rock andaluz que la banda concibe, a esta idea le dan también una pátina de originalidad que la hace diferente. «La idea es que Anaisa, que es la actriz que representa a una especie de chamana, de bruja, es la representación del artista; y utilizamos el agua, que es de donde viene la vida, el elemento que da la vida, como el factor que conecta el mundo de los vivos y el mundo de los muertos», continúa explicando Juan. «El lago que aparece es como un portal y el videoclip representa el nacimiento de una idea, que puede ser imperfecta e implica sacrificio, tormento, frustración y todas esas emociones, tanto positivas como negativas, que son como una mochila para el artista, pero que son totalmente necesarias durante el proceso de creación. Una vez que sueltas la obra, completada, se queda atrás, te liberas de la carga; ese es el momento en el que Anaisa se adentra con el bebé en el lago y ya salimos nosotros, libres y actuando de forma natural, en nuestra línea de estar un poco colgados…».
La canción de El patio de mi casa se une a las tres anteriores en una cadena que cubre una amplia gama de estilos y formatos, tanto musicales como conceptuales; tratando de una forma muy poco ortodoxa, pero con gran amplitud de miras, unas influencias que van desde el jazz, el rock, la música latina, el flamenco, incluso la clásica. Este ganador póker de canciones se extenderá en otras varias más en el disco que Sevilla Distorsión ya tiene preparado, pero que para su lanzamiento es necesaria nuestra ayuda, por eso la banda ha dispuesto una campaña de pre-venta en Verkami, en la que todos los participantes tendrán recompensas, además de la de poseer un disco tan prometedor como es este.