Con el beneficio de la retrospectiva es fácil ver que la segunda mitad de los años 80 no fue una de las mejores épocas de la historia musical. Fueron años de cambio; el punk se había transformado en hardcore, el metal estaba en aumento, y los tonos dulces de Whitney Houston estaban en todas partes. También parecía haber una especie de renacimiento psicodélico que apenas comenzaba. Esto sería explorado en nuestra ciudad por bandas como Escuálidos, que comenzaron en 1988 y terminaron con la sequía rockera post Expo de 1993, dejando a sus espaldas algunos conciertos punkarrones y embrutesíos en los que la peña terminaba a hostia limpia, para suavizar un poco más su música e imagen mirándose en el espejo de bandas como los Lime Spiders o Radio Birdman. Apenas dejaron grabadas dos maquetas y sus canciones siempre han sido muy desconocidas, algo que se va a ver paliado en parte por la publicación hace unos días de Looking for the heavens, un disco de The Rockos, al frente del que se hallaba Frank Escuálido, que recupera cuatro de las canciones de aquella antigua banda sevillana de la que Frank ha adoptado su apellido.
Cuando en el párrafo anterior he mencionado la relación de Frank Escuálido con The Rockos empleando el tiempo verbal del pretérito imperfecto, lo he hecho porque aunque el disco salió el sábado pasado, la banda dejó de existir hace ya muchos meses, y el propio Frank nos cuenta por qué: «El grupo ya no existe, así es. Se disolvió el año pasado por esas circunstancias que rodean la vida de cada uno, tú ya sabes; y es complicado con nuestra edad llevar todas las cositas p’alante. Por mi parte no, evidentemente, pero fue imposible continuar».
El grupo lo componían, además de Frank, a la guitarra y las voces, Elder Wolfchild a la voz solista, Agu’s a la batería y Alfonso Espadero al bajo. Ellos cuatro fueron los que grabaron las cinco canciones que componen este retrospectivo vistazo a los cielos, junto a Candi Murillo y Nacho Pujol que hicieron los coros. Este último, además, fue quien grabó el disco en los estudios Zora, durante los primeros meses del pasado año, con la producción del propio Frank, para posteriormente ser mezclado por Alfonso Espadero y finalmente masterizado por Jordi Gil en los estudios Sputnik Recordings.
¿Y por qué sacar un disco si ya no hay banda que lo respalde? Frank también nos lo aclara: «Pues porque el disco es un caprichito mío. Aunque ya no haya banda, pero el disco lo tenía pensado desde hace tiempo. Son cuatro canciones de los antiguos Escuálidos y una versión de los Ape Hangers, que es When will you come back. Sin banda no hay nada que contar de proyectos futuros ni nada que promocionar aparte del propio disco, pero si este funciona y a la gente le gusta y nos hacemos famosos (aquí fue donde los dos soltamos la carcajada)… que, oye, que si hay que tocar se forma una banda y punto, que por mí encantado; este es mi rollo y me encantaría volver a tocar mis canciones».
El disco se va a convertir en un artefacto de coleccionismo porque sale en una edición bastante limitada. «Debido al alto coste del vinilo, del que sólo yo me he hecho cargo, me vi obligado a fabricar nada más que 100 copias que ni aun vendiéndolas todas me harán recuperar la inversión. Después decidí también sacarlo en CD a petición de algunos interesados. Y la verdad es que desde que anuncié en febrero que iba a sacarlos hasta ahora que por fin han salido las copias tengo encargadas ya más de la mitad de ellas». No es para menos, porque es una joya muy baratita: vinilazo negro de 12″, 180 gr. con insert y funda blanca, a 10 euros; CD efecto vinilo también con insert, a 5 euros; y el que quiera los dos juntos se los lleva solamente por 12 pavos. Puedes adquirirlos poniéndote en contacto con Frank en su página de Facebook o por cualquier otro medio que se te ocurra, y él te lo hará llegar de alguna forma. Y aligérate, que están volando.
De momento el disco solo está disponible en estos formatos físicos descritos, ya que aún no puede escucharse en las habituales plataformas virtuales. «Ya me han pedido los códigos los que me han grabado el vinilo», nos cuenta Frank sobre ello, «así que en una semana o poco más estará ya en todas las plataformas». Pero hasta que eso ocurra solo puedes escuchar las canciones del disco en formato digital aquí en nuestra página.
Canciones que comienzan con intros de guitarra afilada para cortarte el oído, Looking for the heavens, Flesh, Cannibal, que dan paso a losas de menos de tres minutos de enfurecido pop, rápido, agresivo, con una actitud muy encrespada. Líricamente más tensos en I’ll make a fool for you y la versión de When will you come back, incluso en el interludio en el que la carne de Flesh se convierte en espíritu evanescente durante unos segundos, pero siempre instrumentalmente retorcidos. Contundentes y ricas en melodías, las canciones de este disco son más que power pop. Es una pena que no podamos apreciar la fantástica presencia que tendrían al ser interpretadas en un escenario.
La ventaja de escuchar estas canciones interpretadas ahora por The Rockos es que aquí suenan con la madurez musical que les aportan unos músicos en la plenitud de su carrera, pero todavía retienen la energía, vibración y excitación de cuando las tocaban los Escuálidos hace treinta años; no son tanto réplicas de la historia del rock sevillano como distorsiones de esta; no son apropiaciones del pasado, sino donaciones a él.
Son canciones muy pulidas, pero con el filo en bruto, que sangran con tormento interior y una cierta sabiduría depravada: he cruzado el desierto de tu cerebro, he cruzado la jungla de tu cuerpo, buscando tu alma… para nada. Una canción, Flesh, que habla en tono violento, despotrica y destruye todo y a todos los que se ponen a tiro. La canción del título puede ser fácilmente una hija bastarda de los Ramones, una de esas canciones que después de un par de escuchas te parece que te han estado rondando los oídos durante años. Aprietan donde duele en I’ll make a fool for you, que habla de un mundo en blanco y negro donde todos buscamos la luz… y de eso van estas canciones, de gente y de cosas que a veces te hacen soñar y a veces te hacen temblar, como cantan en Cannibal; pero lo que es más importante, te hacen sentirte alegre de estar vivo.