Una noche para David Bowie. Sala Malandar. 19 de marzo de 2022
Es muy difícil poner en pie para escribir una crónica los recuerdos de una noche en la que más que a un concierto al uso estuve en una fiesta en la que me paré a saludar, charlar, beber, con más de un centenar de amigas y amigos en algún momento de la noche. Una fiesta, además, en la que sobre el escenario había hasta nueve músicos entrando y saliendo, o todos a la vez; cantando unos y otros, aunque la voz principal fuese la de Dani Kussa…
Cuando comenzó a sonar The man who sold the world, la canción con la que arrancaron, no sabía muy bien si el hecho de que solamente escuchase el bajo de Javi Vega y los golpes a las cajas de la batería de Antonio Lomas, en una extraña mezcla en la que asomaba a lo lejos la voz de Dani y en primer plano la de los asistentes al concierto era debido a las muchas cervezas que ya llevaba, porque me constaba que el técnico de sonido era de los mejores de nuestra ciudad. El efecto de hacer la prueba de sonido en una sala vacía y su diferencia a cuando está llena se hace sentir muchas veces y esta Malandar es una de en las que más se aprecia esa disparidad. Así que Alfonso Espadero debió ir supliendo carencias y subiendo y bajando potenciómetros según su oído y su instinto le iba marcando. Y lo fue consiguiendo, porque cuando Dani apenas llevaba unos versos de la segunda canción, entre los de Valentine sold his soul y los de he’s got something to say, el volumen subió y su voz comenzó a llegarnos más nítida, y unos momentos después también pudimos apreciar claramente el primer gran solo de guitarra, que no recuerdo ya si fue de Alvaro Suite o de Juano Azagra. Soul love, de cadencia más lenta, nos hizo seguir apreciando más detalles, como que empezase a aparecer el saxo de Mercedes Bernal, a la que hasta ahora solo veíamos allí atrás en la semioscuridad, soplando y solo intuyendo lo que podría sacar de su instrumento. La encadenaron a Moonage Daydream y la gente comenzó a venirse arriba, de tal forma que ya todos éramos capaces de cantar con Dani eso de keep your electric eye on me, babe, put your ray gun to my head sin desafinar demasiado; y en ese mismo estribillo, durante el freak out in a moonage daydream, oh yeah, Alfonso debió subir los agudos en su mesa o a mí se me desatascó el oído, porque incluso comencé a apreciar una ecualización tan chula como el juego que se trajeron en una de las fases de la canción Mercedes con el saxo y HJ Gil con el teclado. Ya todo sonaba, más o menos, como debía y solo tocaba dejarse llevar y entregarse a fondo a gritar con los demás a toda hostia las palabras que brotaban en mi cabeza; por lo que no me extraña que mi mujer me haya preguntado cuando le he musitado hoy los buenos días qué coño estuve haciendo ayer que vengo casi sin voz. Pero, tranquis, que después del café ya me he recuperado un poco de los excesos con el Five Years de anoche. Pido perdón desde aquí a todos los de mi alrededor que hubiesen preferido escuchársela cantar a Pablo Caravaca, que aquí fue el vocalista, mejor que a mí.
Mientras iba sonando todo esto, detrás de las enormes guitarras eléctricas de Alvaro y Juano había dos más, acústicas, manejadas por Miguel Díaz y Pablo, que se mantenían en un segundo plano, con acordes apenas percibidos; pero ahora dieron un paso adelante y Miguel se cambió a la eléctrica para I dig everything, mientras la cantaba Alvaro; una canción muy singular de Bowie, porque la lanzó en 1966 como single y fue un fracaso tan gordo que hasta lo echaron de su discográfica, Pye Records, y eso que en los coros llevaba a Dusty Springfield y Kiki Dee; la recuperó en su gira del año 2000 y la volvió a grabar para su abortado disco Toy, que no salió hasta el año pasado de manera póstuma. Posiblemente porque en esa segunda ocasión el músico que más mano tenía entre ellos era Mike Garson, el teclista, la canción estaba muy orientada a ese sonido y aquí anoche también ocurrió así, introduciéndola HJ y manteniéndose el ritmo que marcaban las teclas, de forma que con la tesitura de la voz de Alvaro y la forma en que mantuvieron los coros, sobre todo Juano, en vez de una canción de Bowie parecía de The Band. Y resultó una delicia. Siguieron con las canciones de la última época y fue Alvaro quien tomó una vez más la voz cantante en You feel so lonely you could die, una de las que salieron en el disco que Bowie lanzó el día de su 66 cumpleaños, cuando ya llevaba diez años sin sacar uno de temas nuevos, del que era también Valentine’s day, la segunda que habían interpretado. Alvaro estuvo soberbio en una interpretación dulcísima, pero sin nada de azúcar. Volvió Dani para cantar Lazarus, una de las del disco que se editó dos días antes del fallecimiento de Bowie, con Mercedes sobresaliente en su solo, maravilloso, y aunque el nivel de las interpretaciones seguía alto, la gente empezaba a distraerse de ellas; hacía falta caña de lomo con la que poder volcarse, ¿qué mejor para ello que Ziggy Stardust? En cuanto Alvaro tocó los míticos acordes iniciales las charlas se acallaron, la vista de todos volvió a dirigirse al escenario y con so where were the spiders while the fly tried to break our bones? otra vez todos a cantar… a gritar… y así se fue manteniendo todo con Ashes to ashes , de nuevo con Miguel en la guitarra eléctrica relevando a Alvaro, que la cantaba, y Let’s dance. Otro punto de inflexión fue Quicksand, hermosa, acústica, con la voz de Alvaro otra vez.
Y desde ahí fue el infierno desatado. La gente se sabía todas las canciones que fueron surgiendo y se empeñó en demostrarlo; el primero de ellos, yo mismo. Changes, R’n’R Suicide, Starman y la cantidad de recuerdos que me trae, surgiendo a la vez por la garganta y los ojos; Rebel rebel y tener que sobreponerme a las ganas de saltar con su estribillo; con ella la voz cantante la tomó Juano y la mantuvo también durante una increíble Space Oditty, mezcla de entusiasmo desbordado y reverencia religiosa. Y ese saxo de Mercedes marcando la subida al espacio del Mayor Tom… cuando Juano dio un paso atrás y Dani comenzó a cantar It’s a God awful small affair, to the girl with the mousy hair, todos supimos que durante los siguientes minutos íbamos a vivir en Marte. Todos nos arrancábamos para corear aquello de sailors fighting in the dance hall, oh man, look at those cavemen go, iIt’s the freakiest show… y nunca hemos estado todos más acertados: este era el show más loco y más friki en el que estábamos desde hace mucho tiempo. Y como todo está en las letras de Bowie, también tenía razón cuando compuso las líneas de la canción con la que terminaron anoche: we can be Heroes, just for one day. Todos fuimos héroes por una noche. Menos el cabrón que me mangó la botella recién empezada de cerveza que dejé en el lavabo mientras meaba…
