No está mal comenzar la semana sin el aluvión de material nuevo que estaban sacando de forma habitual las bandas sevillanas últimamente, porque hasta que el mecanismo se ponga en marcha de nuevo el próximo jueves, tenemos un poco de respiro para recuperar alguna obra que se había quedado atrás por una u otra causa y merece tener un lugar tan destacado como las demás en la atención de los que nos hacéis el honor de seguir nuestra web disonante. Por eso hoy os voy a hablar de Vándalus y del EP, llamado como ellos, que editaron el pasado 28 de febrero, coincidiendo con el Día de Andalucía, aunque no estuvo disponible en las plataformas de escucha hasta el día 13 de marzo.
Cuando su nombre llegó a mis oídos por primera vez lo hizo acompañado de una escueta nota de prensa en la que lo primero que se leía era lo siguiente: Nacida a finales de 2018 con el objetivo de ocupar un espacio en el panorama del rock andaluz nacional, Vándalus retoma con humildad la senda de las grandes bandas del género que tanto éxito tuvieron en la década de los 70 y 80… ¿Otra banda más de rock andaluz…? La estela de este género está poblada ya de demasiada caspa derramada, me dije.
Pero al escuchar las canciones de Vándalus, aunque se notan muchas similitudes con aquel sonido clásico, también se aprecian unas diferencias muy claras con las que la banda evita lo más tópico del manido rock andaluz. Me pongo en contacto con el guitarrista del grupo, José Carlos López, aka Larri, para que me aclare estas contradicciones que se me presentan. «La idea es que la banda tenga reminiscencias del rock andaluz clásico, pero poniéndolo al día en lo posible en cuanto a sonido y enfoque, además de tratar de adaptar las líricas a estos tiempos. Triana, Alameda, Guadalquivir, Imán, Medina Azahara, nosotros no vamos a renegar de esas influencias ni de otras muchas que no tienen nada que ver con el rock andaluz, pero sí es verdad que vamos a tratar de sacudirnos esa caspa de la que hablas y de la que somos conscientes, que no va a ser fácil. Pero esa es la idea, salir del corralito de lo típico, no haciendo rock andaluz, sino haciendo rock en andaluz, que podía ser la nueva denominación del estilo. Un estilo que ahora parece eclosionar y aunque tiene bastantes detractores también tiene un público muy amplio, aunque heterogéneo, y de distintas edades, y esa es la base; nos subimos en la burra y a ver hasta dónde nos lleva. Ya sin solución de continuidad, porque en principio el contrato que acabamos de firmar con la discográfica 5 Lunas Producciones es de cuatro años».
Este EP, que como os dije antes, lleva el mismo nombre que el grupo, Vándalus, se grabó durante el segundo semestre del 2020 en los estudios Mercurygalilea y fue absolutamente autoproducido, aunque el peso de la grabación recayó sobre José Antonio González, el pianista y teclista de la banda, que además es el propietario del estudio, que está especializado en la grabación de piano acústico. La masterización también se hizo allí mismo. Todo el trabajo es un caso clarísimo de DIY, en el que cada uno de los miembros de Vándalus pone su experiencia en distintos ámbitos al servicio del grupo, para hacer lo que mejor le sale y lo que más cerca está de su formación o profesión. Por eso el video que han lanzado de la canción Indiferencia también está autoproducido, y aunque entre todos plantearon un guion acorde al contenido de su letra, el trabajo principal de realización corrió a cargo de Jesús del Pozo, que es el bajista.
Están surgiendo los nombres de los miembros de la banda de forma deslavazada, salteados en los párrafos, sin que hasta ahora hayamos tenido una presentación adecuada de todos ellos. Así que le pido a Larri que sea él mismo quien haga los honores. «Somos cuatro personas que venimos de sitios muy distintos, por eso no tenemos una intención estilística premeditada, salvo la de estar en el ámbito del rock andaluz, pero ese es un término muy amplio y nos enfrentamos a él con influencias muy dispares. Nuestro bajista, Jesús, tira más al rock progresivo y sinfónico, o incluso al funk; fue miembro de Scandal y de Pa Tu Keli, que fue el germen de O’funk’illo, donde lo sustituyó Pepe Bao, y estuvo de gira en la última época de Triana con Tele Palacios. Nuestro pianista, José Antonio, también militó con él en Scandal y tiene un proyecto de versiones llamado Radio Queen. Se ha profesionalizado en las grabaciones y tratamientos del piano acústico, y los afina, incluso; así que a él lo que le tira es el rock sinfónico también. Julian Martín, el batería, militó en Urbe con Arturo Vallano y ha sido batería de sesión para infinidad de grupos y artistas: Demarco Flamenco, Culebra & Cheyennes, Crazy Zombie… a él lo que le gusta es el rock duro americano de los 80 y 90.Yo canto y toco la guitarra y me gusta desde el punk, al heavy metal clásico, todo el black metal noruego; escucho jazz, clásica, flamenco… yo le pego a todo y eso se me nota por todos lados. Estuve en un grupo muy punkarrón en los 90 que se llamaba Karnembarra, que ahora hace treinta años que teloneábamos a Silvio, a Reincidentes, donde coincidí con JR Torres, el actual bajista de Storm; y luego estuve en Katie King un montón de años, con los que grabé tres discos entre 2005 y 2010 y fuimos de gira por todos los sitios que pudimos. Después he trabajado en lo que he podido, haciendo versiones sobre todo, hasta que ha salido lo de Vándalus».
Y una vez que ha aparecido, Vándalus viene para quedarse. Larri nos cuenta también la génesis del grupo. «La idea original de Vándalus fue de una discográfica de aquí de Sevilla de cuyo nombre no quiero acordarme y tampoco le vamos a hacer publicidad. Allí comenzamos con el nombre de Vándalos y en un momento determinado la discográfica nos dejó tirados y apostó por la carrera en solitario de nuestro vocalista. Tuvimos una lucha con ellos para quedarnos con el nombre y como no pudimos hacerlo lo que hicimos fue registrar el de Vándalus, con lo que solo le cambiamos una letra y así comenzamos a funcionar».
Y una vez establecidos, lo primero fue presentarse en directo en la sala Even, también un 28 de febrero, pero del año pasado, y grabar el EP, que se editó justo un año después. «Lanzamos el EP con la idea de que fuese el adelanto a un LP, pero no sabíamos muy bien si iba a ser así porque ya estábamos en conversaciones con 5 Lunas. Por fin la decisión es que el EP se quede como está ahora, solo en formato digital, y en los próximos meses editar un LP de diez o doce canciones a través de la nueva discográfica. Estamos muy contentos con ella y con su jefe, José Antonio Arabiand, que también se va a hacer cargo del management del grupo. Ellos tienen experiencia y están muy cercanos al rock andaluz en general; aquí están, por ejemplo, Sherish, Mezquita, Storm…»
Las canciones de Vándalus alternan entre las que tienen un filo de hard rock contundente con las baladas más calmadas, sin embargo tanto en unas como en otras resaltan las letras que entona Larri, siempre muy cuidadas… «Para garantizar que el mensaje que transmito emocione al que me escuche y se identifique con lo que canto, que lo haga pensar».
De las canciones de Vándalus irradia la historia de la música más cercana a nosotros, y no me refiero tanto al nivel geográfico como al de los sentimientos. Los tonos de guitarra de Larri se dividen como células madres invisibles, creando acordes y riffs que todos reconocemos. Las notas de piano son tan pulidas que casi las vemos brillar en el aire; el peso del bajo y la batería dan solidez a las canciones, sin sepultarlas, para que sigan siendo melódicas… no me extraña la respuesta positiva que estoy notando en la gente hacia ellos. «No esperábamos llegar a 25.000 reproducciones, como estamos en nuestro canal de Youtube», me dice Larri, a quien le pido también que me cuente cómo hacen las canciones para que les hayan resultado tan redondas desde el principio. «Los temas están compuestos entre los cuatro, al veinticinco por ciento. Y aunque es verdad que siempre alguno aporta una idea inicial, pero se hacen todas las canciones de forma colaborativa. Sobre la autoría de las letras, excepto la de Salud y Rock Andaluz, que es de Julián, el batería, la de las otras tres es mía. Pero hay una cosa curiosa con las letras, que es que las ponemos en común, a pesar de que sean de alguien concreto, porque si hay que cambiar algo a la hora de interpretarlas, a todos nos va a resonar el mensaje que queremos transmitir. Queremos sentirnos cómodos con lo que se dice en las distintas canciones».
Y quizás esa sea la clave: lanzar desde el corazón un mensaje positivo, por encima de la indiferencia y la intolerancia, en medio de los problemas a los que nos enfrentamos todos en este momento; en un tiempo en el que más que andar mirándose el ombligo localista hay que ser reivindicativos contra todos los vicios que observamos también a nuestro alrededor.