Ahora que tenemos aún fresca la visita a Sevilla de Green Day es buen momento para hacer la reseña del primer disco de Vulvassur, Musho gorferío, aparecido a finales de agosto (le seguirán otras muchas críticas que tenemos pendientes, lo sabemos…). ¿Y qué tiene que ver la icónica banda de Berkeley con estas jóvenes sevillanas? Pues nada. Bueno, ambas se asocian en primera instancia con la etiqueta punk, pero pocos más elementos hay en común. De hecho, entre los miles de asistentes al concierto de la Plaza de España apenas se podían contar unos cuantos grupúsculos de punks… de diseño.
Nada que ver con la autenticidad y la conciencia política y social que desprenden (cuanto menos dan el pego) estas cuatro chicas en su debut, compuesto por doce piezas de punk «primitivo, cacharrero y anarkofeminista« según sus propias palabras y que desde luego rebosa toda la actitud gamberra, irreverente y descarada que debe tener un disco del género. Como no puede ser de otra manera, hay temas aparentemente simplones que versan sobre los excesos con la bebida (el inicial La Pota o Morao infame, casi al final) junto a otros de corte reivindicativo como Mi coño es insumiso, en clara alusión al absurdo proceso con reciente final feliz; la elocuente No kiero se iwa k tú; Pacifismo, donde se burlan con descaro de la hipocresía occidental («Me cago en vuestra jodida paz», repiten en el estribillo) o La pipa, donde se muestran desafiantes apelando incluso al líder de la extrema derecha.
Escuetas y directas en muchos de los cortes, otra seña de identidad inequívoca del punk, sin embargo son los temas más largos quizás los más destacables del lote. En especial, la dupla que conforman Pedo vaginal (con ese ritmo que acelera y desacelera de forma extraordinaria) y El punk salió de mi coño. Con una base rítmica aguerrida y agresiva, los juegos de voces de las guitarristas y cantantes Cherry y Nurix -con el constante apoyo de las voces traseras de la bajista, Pan, y la baterista, Deby– aportan un empaque nada desdeñable que les puede emparentar más bien con grupos de aquel movimiento Riot Grrrl de los noventa como L7 (muy evidente en temas como Dinamita), Babes in Toyland o los mismos Huggy Bear.
Su vocabulario deliberadamente malsonante y soez, su falta de prejuicios para tratar temas como, por ejemplo, la masturbación femenina y su clara vocación DIY no las van a convertir probablemente en una de las bandas sevillanas del momento, ni les van a abrir las puertas de los grandes festivales de la ciudad. Pero, claro, a estas alturas queda patente que a ellas todo eso les da exactamente igual. Y bien que hacen. Aunque todo ello no signifique que este Musho gorferío sea un disco irrelevante o menor. Más bien al contrario, estas genuinas punkies tienen mucho que decir y han rematado, con la notable producción de Juanma García (Nictofilics), un álbum coherente, contundente y convincente, cosa que no todos pueden decir. Les guste a más o menos.