Cuando hace unos meses os presentamos la canción La danza del galgo, con la que Zahorí comenzaba su carrera musical, os decíamos que era una sinfonía eléctrica andaluza, con la que la banda refrescaba los sonidos clásicos de los inicios en los años 70 y primeros 80 del rock andaluz. Hoy lanzan La fábula, con una parte vocal que adquiere mayor protagonismo que en la canción anterior y hace que más que una sinfonía podamos considerarla una romanza, aunque en la interpretación de estas solamente se usaba la vihuela y aquí la instrumentación que la acompaña es mucho más exuberante y rica, yendo mucho más allá de las fórmulas estéticas de nuestro rock autóctono.
Para una descripción más amplia de la pieza y de los músicos implicados en ella recurrimos a uno de sus autores, Jarri García. «La fábula es una narración musical épica que nos revela un intercambio de pensamientos entre un ave enjaulada y un ratón para llegar a una conclusión cerrada. La pieza es una epopeya musical que a lo largo de sus trece minutos recorre estilos tan diversos como el ska, el rock sinfónico, y la psicodelia, llevando al oyente a través de atmósferas progresivas que van dando forma a la historia. En esta canción estamos de nuevo Manolo López a la guitarra flamenca, Jesús Joca a la batería y la percusión, Paco Cotán en la guitarra eléctrica y voz y yo con el órgano y el sintetizador; en el bajo contamos con la colaboración de Ale Cotán, que es un músico increíble con un estilo muy personal; y Nia Dahl, que es una cantautora fantástica con una voz que nos encanta, se ha encargado de los coros finales, que acompañan de forma genial a la canción».
Al igual que La canción del galgo incluía en medio de sus dos partes instrumentales un poema de Paco Cotán, la letra de esta de La fábula es una adaptación de otro poema también escrito por él. Y como se ha grabado de forma diferente a la anterior, aunque las dos formarán parte del primer disco de Zahorí, le pido también a Jarri que me dé sus detalles técnicos. «El álbum ha sido casi completamente grabado en nuestro local de ensayo por nuestro productor Alberto de Cos, que ha puesto su talento y su paciencia para conseguir el sonido que queríamos, consiguiendo un resultado final impresionante. Hay voces, como la de esta canción de La fábula, que se han grabado en la desaparecida La Cabaña Producciones por Agua Sancruz, quien también se ha encargado de hacer el mastering y darle ese acabado que hace que suene tan potente».
El que ya aparezca ese primer disco en el horizonte mucho más próximo que la vez anterior que trajimos a Zahorí a esta web me lleva a pedirle a Jarri que me despeje el camino a él. «Desde hoy está disponible el video de La fábula en YouTube y en unos días podrá escucharse en todas las plataformas de audio. Esta es la canción que abrirá el disco. Cada tres semanas iremos subiendo las demás, llamadas Semilla y Un atajo hacia los hongos, que conforman junto con La danza del galgo nuestro álbum completo, titulado Preso y Animal. Aparte del álbum estamos preparando otras movidas, que incluyen un concierto de presentación en Sanlúcar la Mayor el 11 de junio y algo más de material audiovisual».
El diseño de la portada también va a jugar un importante papel en la estética del disco. La del single anterior fue obra de Milana Koshka, y tenía un fuerte impacto visual, aunque el concepto fuese diferente al de la portada de La fábula, que es la que marca el camino a seguir. «De la portada del disco se ha encargado nuestra amiga y profesional de la ilustración Candela Folch, que ha sabido plasmar cada una de las cuatro canciones en ella con su estilo único de dibujo. Hemos decido dividirla en un tríptico y dejar como portada de cada canción el fragmento correspondiente; cuando saquemos el álbum entero lo subiremos con la portada completa. La canción Un atajo hacia los hongos es la única que contiene una doble referencia a canciones del álbum en su portada, ya que La danza del galgo se estrenó como single, con una portada distinta, como has dicho, y hemos querido añadir elementos de esta canción también a la portada del álbum».
Por las dos grandes piezas que conocemos ya de Zahorí me es fácil dedicarle adjetivos elogiosos a las vibraciones que desprenden. El arte de esta banda es más atemporal que el de la mayoría de las otras que se dedican a recrear el rock andaluz. El arte de Zahorí es bueno hoy y será bueno mañana, más consistente y más duradero. Está bien arraigado y sus raíces se pierden en extensiones mucho más grandes. Su música es de carne y feeling y está hecha de sustancia evolutiva. Zahorí no se conforma con adquirir un estado de plasmación sonora o de status mental y bloquearse en la recreación de clichés antiguos, sino que encuentra su razón de existir en la obstinada lucha por la originalidad, por la creación viva, por el rasgo de lo nuevo, por el vértigo de la sorpresa. Es una banda que crea un entorno en lugar de circunscribirse a otro que ya estaba creado desde hace muchos años.
